sábado, diciembre 2

Presidente Calderón: ¿Y el protocolo?

El fin del sexenio de Vicente Fox marca también la conclusión de la era de los rituales políticos.

Tomando en cuenta que se entiende por protocolo el conjunto de normas y disposiciones legales vigentes que, junto a usos, costumbres y tradiciones, rige la celebración de los actos oficiales, este año hubo una notoria transformación de las principales ceremonias.

Una de las principales, la del Grito de Dolores del 15 de septiembre, este año se traslado de la Plaza de la Constitución en la ciudad de México, a Dolores Hidalgo, en Guanajuato, con un Presidente que realizó la ceremonia bajo la lluvia.

Otra ceremonia protocolaria era la entrega del Informe de Gobierno, que este año, con la tribuna tomada por diputados perredistas, quedó de lado con gritos de “entregas y te vas” en San Lázaro.

Muchas familias mexicanas observan en vivo o por televisión estos eventos en los que asisten personalidades luciendo sus mejores galas y aplicando reglas de urbanidad y buenas maneras.

Normas a seguir en la transmisión del Poder Ejecutivo
Qué hay del protocolo a seguirse en la Transmisión del Poder Ejecutivo Nacional, donde asisten invitados especiales, entre ellos presidentes o representantes de otros países.

La Secretaría de Relaciones Exteriores es la encargad de atenderlos y aplica la Guía de Protocolo que el capitulo II refiere la visitas a México de mandatarios extranjeros.

La guía de qué deben hacer el Presidente saliente y entrante durante la ceremonia se localiza en el Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos.

Artículo 185.- Cuando el Presidente de la República asista al Congreso a hacer la protesta que previene la Constitución, saldrá a recibirlo hasta la puerta del salón, una comisión compuesta de seis diputados e igual número de senadores, incluso un secretario de cada Cámara. Dicha comisión lo acompañará hasta su asiento y después, a su salida, hasta la misma puerta. Asimismo, se nombrarán comisiones para acompañarlo de su residencia a la Cámara y de ésta a su residencia.

Artículo 186.- Al entrar y salir del salón el Presidente de la República, se pondrán en pie todos los asistentes a las galerías y los miembros del Congreso, a excepción de su Presidente, que solamente lo verificará a la entrada del primero, cuando éste haya llegado a la mitad del salón.

Artículo 187.- El Presidente de la República, hará la protesta de pie ante el Presidente del Congreso, y concluido este acto se retirará, con el mismo ceremonial prescrito en los artículos anteriores.


Artículo 188.- Cuando el Presidente de la República asista a la apertura de las sesiones, tomará asiento al lado izquierdo del Presidente del Congreso.
Artículo 189.- Al discurso que el Presidente de la República pronuncie en este acto, el Presidente del Congreso contestará en términos generales.

Artículo 190.- Los diputados y senadores tomarán asiento sin preferencia alguna. Se otorga a los supervivientes del H. Congreso Constituyente de 1917 el derecho de ocupar, sin voz ni voto, y cuantas veces lo deseen, sendas curules en los Salones de Sesiones de las Cámaras que forman el Congreso de la Unión, durante sus períodos Legislativos.<>

Uso de la Banda Presidencial
Tanto el Presidente saliente como el entrante en la ceremonia de Transmisión del Poder Ejecutivo Federal también siguen los procedimientos establecidos en la Ley del Escudo y la Bandera que estipula:

ART 34. La Banda Presidencial constituye una forma de presentación de la Bandera Nacional y es emblema del Poder Ejecutivo Federal, por lo que solo podrá ser portada por el Presidente de la República, y tendrá los colores de la Bandera Nacional en franjas de igual anchura colocadas longitudinalmente, correspondiendo el color de verde a la franja superior. Llevara el Escudo Nacional sobre los tres colores, bordado en hilo dorado, a la altura del pecho del portador, y los extremos de la Banda remataran con un fleco dorado.

ART. 35. El Presidente de la República portará la Banda Presidencial en las ceremonias oficiales de mayor solemnidad, pero tendrá obligación de llevarla:

I. En la transmisión del Poder Ejecutivo Federal:
II. El 1.° de septiembre de cada año, al rendir su informe
ante el Congreso de la Unión;
III. En la conmemoración del Grito de Dolores, la noche del 15 de septiembre, y
IV. Al recibir las cartas credenciales de los embajadores y ministros acreditados ante el Gobierno Mexicano.

ART. 36. La Banda Presidencial deberá colocarse del hombro derecho al costado izquierdo, debajo del saco y unida a nivel de la cintura, excepto en la ceremonia de transmisión del Poder Ejecutivo Federal, en la que sucesivamente la portarán, descubierta en su totalidad, el Presidente saliente y el entrante.

ART. 37. En la ceremonia de transmisión del Poder Ejecutivo Federal, una vez que el Presidente entrante haya rendido la protesta constitucional, el saliente entregara la Banda al Presidente del Congreso de la Unión, quien la pondrá en manos del Presidente de la República para que este se la coloque a si mismo.

Acto castrense


En una ceremonia castrense, un minuto antes de la medianoche, Felipe Calderón Hinojosa fue nombrado presidente de México por una voz en off. Y en un ritual del que no se tienen antecedentes, Vicente Fox Quesada se despojó de la banda presidencial cuatro minutos antes de concluir su mandato constitucional, con lo cual se da por hecho que no asistirá esta mañana al Palacio Legislativo de San Lázaro.

En 20 minutos, anoche en Los Pinos se concretó el traspaso del Poder Ejecutivo en México, con 10 horas de anticipación a la ceremonia programada en el Congreso de la Unión, en la cual Calderón Hinojosa deberá rendir protesta conforme a la Constitución General de la República.

Con el argumento de oficializar el relevo de mandos en aquellas secretarías cuyas funcio-
nes no pueden interrumpirse ­Gobernación, Defensa Nacional, Armada y Seguridad Pública­, en el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos se montó una ceremonia a la cual sólo tuvieron acceso los gabinetes saliente y entrante.

El colofón de la ceremonia, de cuya realización se supo apenas ayer, fue un mensaje de Calderón Hinojosa en que reiteró su intención de acudir hoy a San Lázaro y apeló al respeto a la investidura del Congreso y a la necesidad de fortalecer la vida institucional, al patriotismo de los legisladores, "para que todo se haga con pleno respeto a la Constitución".

Las imágenes no recogieron, durante ese breve acto, la presencia de Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox. Y para acompañar el protocolo, tampoco asistió Margarita Zavala, esposa de Calderón Hinojosa.

En un ambiente eminentemente marcial transcurrió la ceremonia, inédita en la historia del país. Diez minutos antes de la medianoche, Fox Quesada y Calderón Hinojosa ingresaron al salón en medio de aplausos. El primero, portando aún la banda presidencial, se acercó a la escolta de cadetes del Heroico Colegio Militar y, como marca la ley, intercambiaron saludo inclinando los pendones.

Colocados a la misma altura en un templete que tenía de fondo seis lábaros patrios, la misma voz en off anunció que en ese momento Fox Quesada entregaba a un cadete militar la

banda presidencial que utilizó a lo largo de su mandato y a su vez recibió, de similares manos, la bandera de México que lo acompañó en estos seis años.

Enseguida, cuando aún no era medianoche, Vicente Fox leyó unas líneas en las que indicó que al concluir el periodo para el que fue electo recogía la bandera nacional que ondeó en las oficinas de la Presidencia "durante los últimos seis años en los que me entregué por completo al servicio de México y tuve el altísimo honor de desempeñarme como Presidente de la República".

A partir de ahí, y aunque no se hizo explícito, quedó claro que, al despojarse en ese instante de la banda presidencial, máximo distintivo del jefe del Estado mexicano y comandante supremo de las Fuerzas Armadas, ya no asistirá al Congreso de la Unión.

Al depositarla en manos de un cadete militar, éste la entregará hoy por la mañana al presidente del Congreso de la Unión, Jorge Zermeño Infante, quien será el encargado de colocarla a Felipe Calderón.

Cabe aclarar que no se trata de la misma banda presidencial, pues es tradición que el presidente saliente conserve la suya y el entrante reciba una distinta.

En medio de la crisis legislativa que antecede a la presencia de Calderón Hinojosa en San Lázaro, la ceremonia, con la firma de los nombramientos y la toma de protesta de los cuatro secretarios de las áreas de seguridad ­para lo cual invocó los artículos constitucionales respectivos­ representó en realidad el traspaso del poder más allá de la formalidad que para el caso marca la Constitución.

Y fue así, porque ahí mismo el panista recibió, también de manos de un cadete del Colegio Militar, la bandera que lo acompañará en su mandato. El, a su vez, la entregó a un edecán y caminó hacia la escolta, cuyo abanderado inclinó hacia el frente el pendón nacional, no obstante que Calderón Hinojosa no portaba lábaro alguno y éstos, según la ley, sólo se saludan entre sí.

Así, una vez que Fox, con antelación, dejó su cargo, todo quedó dispuesto para Felipe Calderón, quien llegó a Los Pinos desde las 17:30 horas, con un intermedio de tres horas que usó para ir a su casa, estar de vuelta en la residencia presidencial y recibir ahí al ahora ex presidente, quien luego de una cena con los mandatarios invitados a la ceremonia de toma de posesión fue a la Basílica de Guadalupe.

El tiempo en que Calderón Hinojosa estuvo solo con su equipo de trabajo en Los Pinos, lo utilizó para grabar el mensaje que se transmitió luego de la ceremonia en la misma casa, y para el cual se anunció que se trasladaría a la biblioteca Vasconcelos, pero que a todas luces se notó donde de produjo, por lo abrupto del corte en la emisión televisiva.

Mientras en la sala de prensa de Los Pinos se seguía el acto en circuito cerrado de televisión, un automovilista se detuvo a la altura del enrejado que protege la residencia y empezó a gritar: "¿Por qué a la medianoche y en lo oscurito? ¡Pinches delincuentes!" Lo dijo muchas veces y con potente vozarrón.

Pocos minutos después de haber entregado la Presidencia de la República, Vicente Fox llegó al hotel donde se ha hospedado durante las últimas noches de su mandato. Ahí, abordado por la reportera de Televisa, Gabriela Reséndez, aseguró: "sí vamos, sí vamos", cuando ella le preguntó si el acto de despojarse de la banda presidencial implica que hoy no acudirá a San Lázaro.

Esa fue su respuesta, si bien los signos transmitidos anoche fueron muy distintos.

A continuación, el texto íntegro del mensaje leído por Calderón Hinojosa:

Mexicanas y mexicanos:

Muy buenas noches.

Al recibir del presidente Vicente Fox la oficina presidencial inicia el proceso de toma de posesión de la Presidencia de la República.

Más tarde me presentaré ante el Congreso de la Unión para rendir la protesta constitucional, tal como lo establece el artículo 87 de nuestra Carta Magna.

Apelo al respeto a la investidura del Congreso, a la necesidad de fortalecer la vida institucional de México y al patriotismo de los legisladores para que todo se haga con pleno respeto a la Constitución.

No ignoro la complejidad del momento político que vivimos ni nuestras diferencias, pero estoy convencido de que hoy debemos poner punto final a nuestros desencuentros y a partir de ahí, iniciar una nueva etapa que tenga como único objetivo anteponer el interés nacional por encima de nuestras diferencias.

Deseo que la ceremonia de toma de protesta esté apegada a la ley y al respeto de todos y cada uno de los mexicanos que con su voto han dado lugar a esta nueva etapa que hoy inicia.

Estoy asumiendo la Presidencia de la República y con ésta el mandato legítimo de servirte por los próximos seis años y ser Jefe de Estado y Jefe de Gobierno.

Sé de la complejidad de las circunstancias en que estoy recibiendo el Gobierno de México, por eso desde hace unos minutos he ordenado a mi Gabinete recibir del gobierno saliente las secretarías, cuyo funcionamiento continuo es indispensable, las tareas más urgentes para que la acción de Gobierno no se detenga.

Igualmente, del Presidente Vicente Fox recibí la Bandera Nacional como símbolo de responsabilidad que se transmite para seguir trabajando por todos y cada uno de ustedes.

Como mexicano quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Vicente Fox, quien acaba de cumplir su mandato con lealtad, honestidad y trabajo para el bien de México.

Acepto el compromiso de ser el Presidente de todos los mexicanos sin distingo, sin importar su preferencia política, la religión que profesen, su origen étnico, su condición de género, su nivel de ingreso, su posición social o el lugar donde vivan en nuestro querido país.

Hoy concluye un largo camino e inicia otro.

Invito a todos los mexicanos a construir un nuevo capítulo de la historia nacional.

Yo creo en un México ganador, fuerte y seguro de sí mismo, orgulloso de sus riquezas naturales y de su historia, de su cultura, de su identidad y, sobre todo, fortalecido con el carácter invencible de su gente.

México que es capaz de superar las adversidades y lograr para todos, un futuro diferente y mejor.

Desde mi Gobierno seré el primero en demostrar con acciones que ese México distinto, es posible.

A eso los invito, a construir un México distinto y mejor, un México ganador.

Les agradezco mucho su atención y hasta pronto.


Fuente:La Jornada

Las Fuerzas Armadas rinden honores a Calderón.


Después de pronunciar su discurso en el Auditorio Nacional, Felipe Calderón, presidente de la República, se dirigió al campo Marte donde paso revista a las Fuerzas Armadas.
El mandatario manifestó su lealtad, patriotismo y entrega a la Nación, para posteriormente instruir a éstas a que sirvan a la patria con justicia, con integridad, con compromiso social, rectitud y profesionalismo.

Conservatorio de León, 50 años

Como hemos sabido estos días por los medios de comunicación, con motivo de la creación del Conservatorio de León, hace 50 años, están previstas para celebrar esta efeméride diversas actividades, una de las cuales ya ha tenido lugar, como es el concierto y la imposición de medallas y diplomas en el Auditorio, el pasado 19 de noviembre. Mi ausencia de dicho acto, como exdirector del Conservatorio, ha extrañado a algún periodista y a personas conocidas, algunas de ellas se acercaron a mí para darme la enhorabuena, incluso unos días antes del citado concierto. Mi sorpresa ante este hecho quedó despejada cuando esas personas me dijeron que habían leído en la prensa la concesión de la medalla de la provincia, de parte de la Diputación Provincial (como gestora del Conservatorio), a los exdirectores del centro, motivo por el cual me felicitaban.

Mi desacuerdo, en primer lugar, con esta forma de proceder al enterarme tan indirectamente de algo que me afectaba personalmente, y en segundo lugar, debido a otras consideraciones personales que voy a exponer, fueron la causa de mi ausencia en el citado concierto. Quiero expresar, ante todo, que esa ausencia no indica, bajo ningún concepto, que no me una en sentimiento a la celebración de los 50 años del Conservatorio, al que serví modestamente, con aciertos y errores, pero siempre con ilusión y entrega, durante cuatro años, probablemente de los más difíciles. Además, desde que abandoné ese centro hace ya diecinueve años, he escrito varios artículos a favor del Conservatorio de León, precisamente en esta Tribuna, y esa disposición abierta a colaborar con él continúa presente en mi mente hoy. Por otra parte tengo la sensación de que los altos responsables políticos conceden, a veces, medallas y honores con una cierta ligereza (lo digo con respeto hacia la Diputación, y a la vez como ciudadano con derecho a opinar sobre las acciones públicas de los políticos), ya que esas concesiones deberían ser, a mi juicio, un honor y un mérito que se otorga únicamente a personas que han realizado acciones excepcionales, no comunes como es el normal cumplimiento del deber. De lo contrario, ¿por qué se conceden a unos y no a otros? Pero no es ésa la única causa de mi ausencia en aquel acto. Hay otras causas, a mi entender más profundas, las que me llevaron a no asistir a la imposición de medallas y a no aceptar esos honores.

Nuestra sociedad vive demasiado polarizada en lo externo, en la apariencia, alejada de la realidad interior de las personas y de los acontecimientos. Mi visión del mundo, sobre todo como educador, no está de acuerdo con esos actos externos, a no ser que sean realmente la expresión de sentimientos y actitudes internas, y a mi entender ese acto como tantos otros de las administraciones públicas, suelen ir acompañados de una buena dosis de frivolidad, y sobre todo de falta de corazón y de calor humano, lo que más necesita nuestro mundo hoy, pues, como dice E. Fromm, «por primera vez en la historia, la supervivencia física de la especie humana depende de un cambio radical del corazón humano». Vivimos en una sociedad -construida por todos nosotros y de la que somos responsables- dominada por unas mentes frías y rígidas, que nos están llevando a unas relaciones humanas superficiales y faltas del verdadero y necesario contacto humano, de ahí la agresividad, la violencia y otras lacras sociales que padecemos.

No comparto, pues, esa forma de proceder, pero la respeto, por supuesto. Y pido, en primer lugar y en justa reciprocidad, que se respete igualmente mi decisión de no aceptar esos honores, y en segundo lugar, que nadie considere esta actitud mía como un desaire a la Diputación ni al Conservatorio, pues sólo obedece a mi legítimo deseo de intentar ser consecuente con mis ideas. Y para finalizar quisiera hacer un ruego al presidente de la Diputación Provincial: Con motivo de los 50 años de la creación del Conservatorio, la institución que usted preside debería reconsiderar la injusta clasificación de los profesores de ese centro en el grupo B, y su pase al grupo A, que es lo que en justicia les corresponde, como saben bien los responsables de esa institución, ya que todos los profesores de los conservatorios pertenecientes a la Junta de Castilla y León o a cualquier otra comunidad autónoma están clasificados en el grupo A. De no ser así, todas esas celebraciones y manifestaciones verbales y escritas no serían sino palabras y actos externos, una vez más, mientras que seguiría sin resolverse una de las más graves e injustas situaciones que sufren los profesores del Conservatorio de León, dependiente de la Diputación Provincial. Éste sería el mejor y más justo final de esa larga y difícil etapa de gestión del Conservatorio de León por parte de la Diputación, en vísperas de su traspaso a la Junta, y ésta sería también, sin duda, la mejor y más justa celebración del 50 aniversario de la creación de este centro.
Por Julio Ferreras
Fuente:Diario de León