domingo, mayo 13

La reina de la diplomacia


Gemma Bassa es la responsable de protocolo y relaciones públicas del Circuit de Catalunya. Llegó a Montmeló hace diez años y dos después se incorporó a secretaría de dirección. Desde entonces lleva este tema, tan delicado y susceptible, con soltura y profesionalidad. No es un mundo fácil, hay varios tipos de VIPS y no todos los gestiona el Circuit.

Hay tres zonas exclusivas, paddock club, pisos box y terraza VIP RACC. Todas están encima de boxes y sala de prensa. Al paddock club van los invitados de escuderías, labor que gestiona una empresa llamada Allsport. Los pisos box los ocupan miembros o invitados de empresas que, normalmente, los tienen alquilados toda la temporada. En la terraza VIP RACC, competencia del Circuit igual que los pisos box, es desde donde presencian la carrera el Rey, miembros de su familia y cargos institucionales y políticos.

Explica Gemma que “para confeccionar el listado de invitados se sigue el criterio de los cargos. Si eres conseller o secretario general, entras. Se invita, a nivel político, a quien ostenta un cargo. Se empieza a trabajar en febrero, cursando las invitaciones que hacen el presidente del Consorci del Circuit (formado por el Ayuntamiento de Montmeló, el presidente del RACC y la Generalitat), Josep Lluis Carod Rovira, y el presidente del RACC, Sebastià Salvadó”. Las listas se consensuan con la Generalitat y el RACC y luego las aprueba el Consorci. Dice Gemma que lo más complicado es acreditarles. “Han de enviar la foto y a veces les cuesta. Pero, en general, los políticos son muy formales en los trámites. También hay que tener en cuenta los que te dicen que no pueden venir pero a última hora vienen. Siempre hay que estar atentos ante estas eventualidades”.

Los famosos no se cortan a la hora de pedir. Artistas, deportistas y demás personajes populares. Gemma reconoce que a veces hay que decir que no. “Es que de vez en cuando te llegan peticiones muy raras. Particulares que solicitan pases de paddock como lo más normal del mundo. Y no abundan, pero creen que es muy fácil de conseguir. Y justito tenemos para los que estamos trabajando...”, dice sin querer mencionar nombres.

Se guarda anécdotas porque sabe que la esencia de su trabajo es la discreción y no va a romperla en ningún caso y mucho menos en una entrevista. Sí explica que una entrada junto a los VIP puede llegar a costar tres mil euros y que esas no se venden en taquillas. “Las suelen copar las empresas. Si hay un particular interesado que se dirige a nosotros, le encauzamos la petición”.

Hay una liturgia que se cumple escrupulosamente atendiendo al orden de jerarquía. El primero, el Rey. Y dice Gemma que con el monarca es “muy fácil trabajar porque cuando viene aquí viene a divertirse, le gusta el mundo del motor, lo entiende y disfruta. Él no es nada complicado aunque sí es más trabajoso coordinar todo el séquito que le sigue y su dispositivo de seguridad”. Cuando llega el Rey es recibido por la autoridad política de mayor calado que en ese momento se encuentre en el circuito además del director de la instalación, el presidente del Consorci, el del RACC y el alcalde de Montmeló. Con los cargos inferiores es el staff de Montmeló, Gemma incluída, el encargado de recibirles. “Los VIPS están en todo momento acompañados por personal de la casa, que les guía y les da las explicaciones a sus dudas y preguntas”, dice Gemma. Cuando hay aglomeración, una empresa de relaciones públicas les ayuda.

No hay celos
Asegura que no se ha encontrado con problemas de exceso de protagonismo o de celos entre personalidades. “Tienen muy claras las normas y las asumen. Por ejemplo, saben que al podio sólo pueden subir hasta cuatro autoridades para la entrega de premios; tres suelen ser el Rey, el presidente de la Generalitat y el de la Federación Española”. Por cierto, no está claro que este año Don Juan Carlos acuda a Montmeló. “Nos han respondido de la Casa Real que, en principio, no vendrá. Pero que si cambia de opinión, nos lo dirá”.
Para Gemma lo más gratificante de su trabajo es “cuando todo se acaba y todo ha ido bien. Son quince días de tensión, especialmente la semana previa a la carrera. Los horarios son maratonianos porque el trabajo es ingente y hay que atender a multitud de solicitudes y de llamadas. La verdad es que el lunes siguiente a la carrera me lo tomo libre y entonces es cuando aflora toda la tensión y el cansancio acumulado”.
Fuente:Mundo Deportivo