miércoles, diciembre 19

Retocan el escudo del Barça por motivos de fe

El escudo del Barça es objeto de censura en algunos países de religión musulmana en los que se suprime del mismo la cruz de Sant Jordi que está presente en el emblema del club desde su fundación en 1899. Según publicaba ayer ‘La Vanguardia’, en Arabia Saudí o Argelia se venden camisetas del Barça en los que se ha retocado el cuadrante superior izquierdo del escudo, que tradicionalmente tiene una cruz roja sobre fondo blanco. Este se ha sustituido por una única franja vertical.

En algunos países del ámbito árabe la cruz del escudo del Barça es percibida como una provocación por parte de la población. El Barça, al igual que los equipos punteros de las grandes ligas europeas, cuentan con muchos seguidores en estos países y la presencia de camisetas y otros motivos blaugrana como adhesivos es muy habitual. Pero en la mayoría de ellos no aparece la cruz de Sant Jordi en el escudo, ya sea porque se ha retocado o porque directamente se han fabricado ya de esta manera para no herir susceptibilidades.

En la información, una fuente de la entidad reconocía tener constancia de la existencia de este material falsificado y añadía que “en ningún caso se está vendiendo en tiendas” pero también aparecían testimonios de españoles que han visitado o que viven en Arabia Saudí o Argelia y que han podido ver este merchandising adulterado en los comercios.

Ayer se produjo una primera reacción política y el secretario general de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, pidió “respeto” a la cruz de Sant Jordi que aparece en el escudo. “Formamos parte de una cultura con unos valores que son de respeto y convivencia, y si viene gente de fuera, tiene que respetar nuestros valores, igual que las personas de aquí que se van fuera tienen que hacerlo con los valores de su nuevo lugar”.

Duran añadió: “Respeto las camisetas con una media luna. La cruz es un valor occidental, que está en la bandera de Barcelona, en el escudo del Barça y que proviene de una leyenda asumida en nuestro país”, e instó a “respetar” los valores de cada sociedad.

Recientemente, el Inter de Milán se vio envuelto en la polémica durante su partido frente al Fenerbahçe turco, posible rival blaugrana en octavos de final de la Champions. El club lombardo lució una camiseta blanca con una gran cruz roja que fue interpretada como una provocación que aludía a las cruzadas.

Exteriores inventa un protocolo a la medida

La jaima de Gaddafi, unos 30 metros cuadrados cubiertos de lona verde, está instalada bajo un grupo de árboles, a la derecha del camino que va de la cancela a la puerta principal del Palacio del Pardo. Visible incluso desde el exterior, pero confundida en la maleza, no es el único elemento que se ha tratado de camuflar en esta visita, arropada por los servicios de protocolo del Estado con un ceremonial ad hoc para contentar al caprichoso huésped sin destrozar el sentido común.

Gaddafi no es jefe de Estado ni de Gobierno, su posición oficial es de Guía de la Revolución y, por tanto, no le corresponden los honores de la máxima magistratura. Sin embargo, tras sucesivos anuncios contradictorios que dejaban traslucir una negociación en marcha, ayer fue recibido por el rey Juan Carlos con pompa militar, aunque un tanto recortada con respecto a la habitual en las visitas de Estado.

Para empezar, no se trasladó del aeropuerto a El Pardo en un Rolls-Royce del Patrimonio del Estado sino en un Mercedes más anticuado que antiguo. A su llegada, le esperaba la Guardia Real formada, pero no se había montado la tribuna habitual para las autoridades. De hecho, no hubo desfile. El Rey y su invitado escucharon los himnos desde una tarima; sonaron, eso sí, las salvas de ordenanza y, agotado el ceremonial en pocos minutos, se despidieron en el palacio.

Frío recibimiento

Fue un recibimiento más bien frío. Los dos protagonistas intercambiaron un apretón de manos sin demasiadas sonrisas, y don Juan Carlos presentó a Gaddafi al jefe de la Casa del Rey, Alberto Aza, y al jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz Roldán. No estuvo presente la reina Sofía, que cuando se trata de visitas de Estado suele acudir a estas ceremonias, y los máximos representantes del Gobierno fueron el ministro de Sanidad, Bernat Soria, y el de Cultura, César Antonio de Molina. En nombre de Exteriores acudió el secretario de Estado para Asuntos Europeos, Alberto Navarro.

Gaddafi, que últimamente cultiva una imagen cuidadosamente desaliñada, con el pelo enmarañado y restos de barba, iba vestido con una gruesa chilaba de color marrón. El dirigente libio se desplaza con tres aviones y un séquito que ha sido calculado en unas 300 personas, si bien nada de eso se vio ayer en El Pardo, donde su comitiva, que incluye matarife y cocinero, pareció más bien exigua.

No dormirá en la jaima sino dentro del palacio. Utilizará su tienda beduina sólo para recibir visitas, como la que le harán esta mañana varios empresarios.

Fuente:El País