Representantes de las casas reales y los gobiernos de Dinamarca y Rusia asistieron al funeral en la catedral de Roskilde, a las afueras de Copenhague, en conmemoración de la emperatriz María Fiódorovna Románova, madre de Nicolás II, el último zar.
Tras la ceremonia, siguiendo el rito protestante que ayer fue precedida de otra de corte ortodoxo, su ataúd se trasladó en coche a la capital danesa para desfilar en procesión por sus calles hasta llegar al puerto, donde se embarcó rumbo a San Petersburgo.
Allí, la zarina, nacida princesa Dagmar de Dinamarca (1847-1928), será enterrada este próximo jueves en la Catedral de la Fortaleza de San Pedro, donde está el panteón de los Románov, que rigieron en Rusia entre 1613 y 1917, cuando estalló la revolución bolchevique.
La reina Margarita II; el príncipe consorte Enrique; el príncipe heredero Federico; su esposa, la princesa Mary; y el príncipe Joaquín asistieron al funeral, en el que el ministro de Cultura, Brian Mikkelsen, representó al Gobierno danés. Su homólogo Alexandr Sokolov encabezó la delegación rusa, en la que también figuró medio centenar de descendientes de la dinastía Románov y miembros de la Iglesia ortodoxa.
Honores
Durante la ceremonia, Paul Kulikovsky, tataranieto de la zarina, leyó un discurso conmemorativo junto al ataúd de María Fiódorovna, cubierto con la bandera de la Rusia zarista.
Hija de Christian IX y Louisa de Dinamarca, Dagmar se convirtió a la fe ortodoxa con el nombre de María Fiódorovna para casarse con Alejandro III, con quien tuvo seis hijos, entre ellos Nicolás II, ejecutado en 1918 por los bolcheviques junto con su esposa, sus cuatro hijas y el heredero del trono, en Yakaterimburgo.
Ochenta años después del magnicidio, los restos de Nicolás II y su familia fueron sepultados en el Panteón de los Románov.
María Fiódorovna vivió 52 años en Rusia y tras la muerte de su esposo regresó a su patria, donde murió en 1928. En su testamento, la emperatriz expresó su voluntad de ser sepultada junto a su esposo, y la casa real danesa autorizó la exhumación de sus restos de la catedral de Roskilde.
Fuente:La Prensa Gráfica
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