El correo electrónico ha conseguido simplificar muchos trámites y la simultaneidad —sin barreras espaciotemporales— es una realidad. Sin embargo, su implantación ha sustituido las simples reglas de protocolo que antes acompañaban a las cartas tradicionales por un estilo informal que en ocasiones puede dar una imagen muy negativa del remitente. Este aspecto sobre todo ha de cuidarse en el ámbito laboral, ya sea a la hora de solicitar un curso de formación o en el día a día del trabajador, el email es ahora también una tarjeta de visita.
Lo primero es configurar en el programa de correo los datos del remitente, para evitar correos anónimos y crearse una firma —nombre completo y datos de contacto— para incluir al final de los emails más formales.
De igual manera es conveniente cuidar el asunto, algo corto, aclaratorio y que no lleve al destinatario a enviarlo directamente a la papelera. En cuanto a la redacción basta con limitarse a las reglas básicas de las cartas escritas: un saludo inicial, un cuerpo y una despedida. Si bien, en este contexto no son necesarias demasiadas formalidades siempre se debe saludar. Asimismo, el lenguaje tiene que ceñirse a las reglas de la gramática y ortografía, por lo que hay que revisar acentos y evitar abreviaturas.
Otro detalle a tener en cuenta es que no se deben usar mayúsculas ya que en el lenguaje propio de la Red equivalen a un grito. Por último hay que hacer un esfuerzo por contestar a todos los correos electrónicos, excepto los estandarizados (tipo convocatorias, comunicados...). En cambio, si eres el remitente no conviene incluir el acuse de recibo con el email ya que denota cierta desconfianza hacia el destinatario y podría sentirse molesto.
Fuente:Las provincias