Esta semana tenía la idea de disertar acerca del arte de obsequiar, pero he querido antes volver hacer una reflexión con todos ustedes, sobre el significado de la importancia que tiene el protocolo y las relaciones sociales en la sociedad actual, incidir un poco algunos detalles.
Me reúno con cierta regularidad con autoridades locales y es curioso el nivel de confianza que a momentos podemos llegar a tener: me muestran sus dudas, sus opiniones, sus inquietudes, saben que imperan las buenas formas y el buen hacer, e incluso llegan a decir: “nos enseñan a llegar a este puesto, pero desconocemos por completo la normativa básica protocolaria que ello conlleva…”, la verdad ahí me siento cercano y profesional a ello, me intento “ solidarizar” y procuro ayudarles en ese proceso independiente de su color político.
Sin embargo amigos lectores, hay otras situaciones menos agradables, y qué difícil llegar a un diálogo de acuerdo y entendimiento, es realmente penoso la verdad, y uno busca cómo y de qué manera hacer llegar el mensaje. Me inquieta que tenga público interesado en profundizar en la materia, que te localizan, que dices pero cómo ha llegado a mi, y sus gestores no ven, no desean, no entienden que instructivo, qué valioso, que útil y cuan importante es poder conocer unas mínimas normas de comportamiento social. Su respuesta es somos un municipio nada protocolario, nuestro alcalde es anti-protocolo, no vemos que sea de interés para el ciudadano, esto ocurre a veces en los diversos contactos con ellos. En la diversidad está lo interesante de la observación.
Tuve la suerte que en la facultad donde estudiaba en Barcelona, tuvimos una semana dedicada a conocer a diferentes líderes políticos y el objetivo era analizar su discurso en comunicación política, y sin lugar a dudas uno que fue genuino, magistral, carismático, y a partir de ahí siempre me ha gustado seguirlo, Jordi Pujol. Recuerdo que hizo una precisión sobre el protocolo que pareció de lo más acertada: “ el protocolo es la plástica del poder…”, curioso no?, a mi al menos me lo parece. Si nos fijamos bien las grandes negociaciones, encuentros, acontecimientos relevantes a nivel internacional, nacional y local, están marcados por la estética, la creatividad, los símbolos que acompañan a los actos, sea la cultura e idiosincrasia que esté presente, nos ha acompañado en la historia social del hombre.
El protocolo ya no se reduce a ámbitos oficiales, sino que es reclamado y utilizado, cada vez con mayor frecuencia, por la empresa privada, la sociedad civil, crece el número de particulares interesados, dada la enorme movilidad social y la interacción entre el sector público y los distintos estamentos privados. Con las normas protocolarias lo que se intenta es simplificar la actividad y las relaciones sociales, siempre complejas, permitiendo que a la larga alcancemos nuestro objetivo comunicacional lo mejor posible.
Todos tenemos la posibilidad de descubrir cómo funciona el protocolo en el día a día, estamos rodeados de tantas y tantas manifestaciones en este sentido, me pregunto si somos conscientes de observar, de ser capaces de interesarnos en las relaciones sociales, de querer ser auto-críticos, y capaces de ver dónde y cómo queremos mejorar, me parece tan fascinante, tan duro y estricto a veces, tan colorido en sus formas, llega ser muy interesante… Recordando que el último acto en le que pude recoger mucha información e imagen, fue en el acto principal de las fiestas del Pino: la misa solemne y la procesión. Todo lo encontré muy preciso, riguroso, la solemnidad del evento era patente. Me llamo mucho la atención las precedencias de las autoridades, su comportamiento, su vestuario; el manto rojo de la virgen, el arreglo floral en la iglesia y como nota muy curiosa el talante del Señor Obispo, el coro y sus cantos. El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria llevaba unas gafas que me gustaron, me parecieron un toque particular, muy propio de un caballero elegante y con un gran toque de distinción. ( Me parece anecdótico que podamos recordar en los actos aquello que nos gustó y nos llamó la atención, siempre en un marco de respeto y curiosidad, pero no mordida y desagradable…).
Volviendo a nuestra reflexión de hoy, y para darle un cierre al conjunto de la exposición, decir que arte, tradición y modernidad están intrínsecos en la realidad que rodea al protocolo, para hacer factible el constructivo diálogo de las instituciones, organizaciones culturales, sociales, de investigación, en los ámbitos más cercanos como pueden ser nuestra empresa, nuestro grupo familiar y de amigos, está inherente a ello.
La diversidad que preside hoy la vida de la sociedad y de las instituciones rompe totalmente los viejos esquemas de relación y trato humano y obliga a cuantos hemos de actuar en público a un análisis serio y profundo. Se han derrumbado fronteras, la sociedad exige desde todos los puntos geográficos y doctrinas su ordenamiento y su identidad, aquí juega un papel primordial la “ceremonia” que acompaña a esos hechos donde la imagen y la organización están presentes, la plástica como comentábamos al principio.Abogo por recuperar los usos, modos y costumbres, desde la adaptación a los tiempos, el protocolo evoluciona como cualquier ciencia y disciplina. Deseo que el mensaje llegue a todos, incluso a los anti-protocolarios…
J. Carlos Pérez es técnico superior en Relaciones Públicas, diplomado en Graduado Social, Experto Universitario en Protocolo y Asesor de Imagen. Ha desarrollado su labor entre Canarias y Barcelona. Actualmente es profesor de protocolo en instituciones locales, coordina las primeras jornadas de Asesoría de Imagen en Canarias y trabaja en su primer libro ¿Qué no es protocolo?