De nuevo el protocolo volvió a embroncar a populares y socialistas. Ayer, durante la celebración del aniversario de la Constitución en la Delegación del Gobierno, el Consell expresó su malestar porque ninguno de sus miembros pudiera intervenir en el acto oficial. El saludo entre la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, y el vicepresidente del Consell, Vicente Rambla, fue gélido. El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, no se encontraba presente. Estaba en un acto en Paterna, a pocos kilómetros de Valencia.
La Delegación del Gobierno en Valencia abrió ayer sus puertas para que los ciudadanos disfrutaran de "su casa". Ejerció como anfitriona María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del Gobierno. El acto institucional se diseñó con carácter abierto. Poco después de las once de la mañana, una serie de ciudadanos vinculados a distintas entidades leyeron durante media hora artículos de la Carta Magna.
La vicepresidenta del Gobierno estrenó las visitas guiadas al Palacio del Temple rodeada de amigos. Pero cuando volvió al patio del edificio, al filo de las doce de la mañana, empezaron las caras largas. Vicente Rambla estrechó la mano a De la Vega con la mirada perdida en el tendido.
Las cámaras presidían el centro del patio y los asistentes se amontonaron en torno a un pequeño estrado. Isabel Morant, profesora de Historia Moderna de la Universidad de Valencia, recordaba el carácter ilustrado de los primeros debates en torno a la igualdad.
Una breve alocución de De la Vega cerró el acto. Su discurso fue estrictamente institucional. Pero emotivo. "Los que vivimos el 6 de diciembre de 1978, un día lejano en el tiempo pero cercano en el alma, lo recordamos como un día hermoso, el día en que los españoles recuperamos la confianza, porque vivir en democracia es confiar en los demás".
El gesto severo de Barberá, que reiteró que no tiene ningún interés en competir con De la Vega en las próximas elecciones generales, no era precisamente confiado. Todavía no se habían apagado los aplausos y Rambla se plantó en una esquina del patio, rodeado de cámaras y micrófonos, para denunciar la "actitud dictatorial" de la vicepresidenta del Gobierno al impedir que el Consell disfrutara de un papel desde la tribuna del acto institucional. Barberá fue más lejos y sugirió que Montesquieu, el padre de la separación de poderes, había sido lapidado...
Apagado el ruido de las diatribas preelectorales todavía resonaba el mensaje de De la Vega, que instó a practicar la libertad y la igualdad cada día como mejor garantía de la vigencia de la Constitución.
La vicepresidenta del Gobierno estrenó las visitas guiadas al Palacio del Temple rodeada de amigos. Pero cuando volvió al patio del edificio, al filo de las doce de la mañana, empezaron las caras largas. Vicente Rambla estrechó la mano a De la Vega con la mirada perdida en el tendido.
Las cámaras presidían el centro del patio y los asistentes se amontonaron en torno a un pequeño estrado. Isabel Morant, profesora de Historia Moderna de la Universidad de Valencia, recordaba el carácter ilustrado de los primeros debates en torno a la igualdad.
Una breve alocución de De la Vega cerró el acto. Su discurso fue estrictamente institucional. Pero emotivo. "Los que vivimos el 6 de diciembre de 1978, un día lejano en el tiempo pero cercano en el alma, lo recordamos como un día hermoso, el día en que los españoles recuperamos la confianza, porque vivir en democracia es confiar en los demás".
El gesto severo de Barberá, que reiteró que no tiene ningún interés en competir con De la Vega en las próximas elecciones generales, no era precisamente confiado. Todavía no se habían apagado los aplausos y Rambla se plantó en una esquina del patio, rodeado de cámaras y micrófonos, para denunciar la "actitud dictatorial" de la vicepresidenta del Gobierno al impedir que el Consell disfrutara de un papel desde la tribuna del acto institucional. Barberá fue más lejos y sugirió que Montesquieu, el padre de la separación de poderes, había sido lapidado...
Apagado el ruido de las diatribas preelectorales todavía resonaba el mensaje de De la Vega, que instó a practicar la libertad y la igualdad cada día como mejor garantía de la vigencia de la Constitución.