El protocolo es norma que acerca las instituciones públicas y privadas, y por extensión las autoridades que las representan, al ciudadano. En España y en algunas «adelantadas» autonomías como Andalucía, Cataluña o el País Vasco, el protocolo está regulado por decretos que establecen precedencias, fijan tratamientos, determinan premios institucionales y estipulan otras circunstancias relacionadas con el ceremonial. La ausencia de profesionales y normas que regulen el protocolo en Castilla La Mancha está menoscabando la imagen de instituciones y empresas. Este es el caso del desafortunado incidente con el C.D. Toledo.
Castilla La Mancha carece de norma que garantice que sus dirigentes, por encima de partidos en el poder e ideologías, ocupen el lugar y tengan el tratamiento que le corresponde de acuerdo con la responsabilidad para la que han sido democráticamente elegidos. Se deja a la improvisación, y a criterio de personas sin la adecuada formación y experiencia, la organización de actos institucionales y empresariales de gran trascendencia.
En muchos de estos actos se ofrece una triste y desafortunada imagen de autoridades e instituciones. No es suficiente la buena voluntad, una excelente predisposición y un curso de protocolo de cuarenta horas para desarrollar estas importantes responsabilidades. Es necesario que el cuidado de la imagen de las altas instancias de nuestra autonomía y de los cuadros directivos de empresas esté en manos de profesionales y que se valore está responsabilidad como elemento esencial del marketing político y empresarial.
No hablo sólo de la indumentaria de nuestros dirigentes, de pantallas de plasma sin sentido en escenarios, de preciosas «azafatas florero» que no hacen nada más que engordar facturas o de juegos de luces en las mesas presidenciales de actos.
Castilla La Mancha carece de norma que garantice que sus dirigentes, por encima de partidos en el poder e ideologías, ocupen el lugar y tengan el tratamiento que le corresponde de acuerdo con la responsabilidad para la que han sido democráticamente elegidos. Se deja a la improvisación, y a criterio de personas sin la adecuada formación y experiencia, la organización de actos institucionales y empresariales de gran trascendencia.
En muchos de estos actos se ofrece una triste y desafortunada imagen de autoridades e instituciones. No es suficiente la buena voluntad, una excelente predisposición y un curso de protocolo de cuarenta horas para desarrollar estas importantes responsabilidades. Es necesario que el cuidado de la imagen de las altas instancias de nuestra autonomía y de los cuadros directivos de empresas esté en manos de profesionales y que se valore está responsabilidad como elemento esencial del marketing político y empresarial.
No hablo sólo de la indumentaria de nuestros dirigentes, de pantallas de plasma sin sentido en escenarios, de preciosas «azafatas florero» que no hacen nada más que engordar facturas o de juegos de luces en las mesas presidenciales de actos.
Me refiero a la actuación de verdaderos profesionales que confeccionen auténticos proyectos de organización de actos que coadyuven a proyectar la imagen de lo que los dirigentes representan, establezcan y alcancen objetivos y den a cada actuante lo que la ley establece. Es cierto que, en el ámbito de instituciones y empresas privadas, como es el caso del C.D Toledo, el protocolo se establece conforme a sus propios intereses. Pero no es menos cierto que si hubiese una norma que seguir en el ámbito de la administración autonómica y un responsable a nivel de gobierno regional que aclarase dudas y ofreciese soluciones, quizá el incidente del C.D. Toledo nunca se hubiese producido.
Si el C.D Toledo falló al no invitar al Concejal de Deportes a la entrega de premios, el Ayuntamiento también pudo fallar al hacer coincidir en el acto al Vicealcalde y al concejal de Deportes. Me explico: el R.D 2099/83, que establece las precedencias del Estado, especifica en su art. 9 que, «La persona que represente en su cargo a una autoridad superior a la de su propio rango no gozará de la precedencia reconocida a la autoridad que representa...salvo que ostente expresamente la representación de Su Majestad el Rey o del presidente del Gobierno».
Aplicando esta norma, al vicealcalde no le correspondía, quizá, entregar el primer premio. Por lo tanto una solución podría haber sido que el vicealcalde hubiese declinado la invitación a entregar el premio en favor del concejal de Deportes a quien, modestamente, me parece que corresponde dicho honor.
Otra solución es que el Toledo hubiese invitado al cncejal a la entrega de premios. Y una última solución hubiese sido que entregase los premios el presidente del Toledo, sin ceder la presidencia, y fuese acompañado por los concejales pero...doctores tiene la iglesia y lo único realmente cierto es que nadie aplicó norma alguna. Quizá fue por desconocimiento pero, en todo caso, por la ausencia de profesionales.
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