La hoja de coca, una planta de uso milenario en la cultura indígena boliviana y materia prima de la cocaína, podría ser incluida en el escudo nacional de Bolivia, informaron hoy radioemisoras locales.
La propuesta de los cocaleros es estudiada por la Asamblea Constituyente, que se encuentra reunida desde agosto pasado en la ciudad de Sucre, para reformar la Constitución, a fin de garantizar los derechos de la mayoría indígena del país.
Las hojas de coca, según el proyecto, reemplazarían a las ramas de laurel y olivo del escudo nacional de Bolivia, el tercer productor mundial de cocaína.
La iniciativa contempla además declarar al arbusto erythroxylum coca como un “recurso natural, económico, renovable, estratégico y bioenergético”.
También define a la planta como “eje de las culturas andino-amazónicas, símbolo cultural y elemento ceremonial sagrado y de integración social”.
La hoja de coca, considerada sagrada por los indígenas, es masticada para reducir los efectos de la altura en las localidades altiplánicas y reducir la sensación de hambre, pero además se ocupa en medicina tradicional y ceremonias religiosas.
La propuesta de los cocaleros es estudiada por la Asamblea Constituyente, que se encuentra reunida desde agosto pasado en la ciudad de Sucre, para reformar la Constitución, a fin de garantizar los derechos de la mayoría indígena del país.
Las hojas de coca, según el proyecto, reemplazarían a las ramas de laurel y olivo del escudo nacional de Bolivia, el tercer productor mundial de cocaína.
La iniciativa contempla además declarar al arbusto erythroxylum coca como un “recurso natural, económico, renovable, estratégico y bioenergético”.
También define a la planta como “eje de las culturas andino-amazónicas, símbolo cultural y elemento ceremonial sagrado y de integración social”.
La hoja de coca, considerada sagrada por los indígenas, es masticada para reducir los efectos de la altura en las localidades altiplánicas y reducir la sensación de hambre, pero además se ocupa en medicina tradicional y ceremonias religiosas.
Fuente:La Jornada