Me gustan mucho los artículos de esta sección, y me incita a comentar o reflexionar acerca de lo que publica el articulista. Todo ello, porque los casos que comenta me son del todo cercano, ya que he vivido situaciones muy parecidas en el ámbito de la administración e incluso de la empresa privada. En la clase política, como en la viña del señor hay de todo. Para lo bueno y lo malo.
En cierta ocasión, visitando a un concejal de Cultura de un Ayuntamiento de Gran Canaria, para informarle de las actividades culturales de una empresa, este a penas me dejo explicarme, ya que sin saber lo que le podía ofrecer, me contesta que ellos no necesitan nada de servicios y que lo que necesitan, se lo hacen ellos solo. Sentí tal vergüenza ajena, que no insistí más en el tema, ya que como decía mi abuela más aceite da un ladrillo. Esta ignorancia o prepotencia de cierta clase política, también se transmite a la clase empresarial (o acaso es al revés... ¡que casualidad! ¿no?). Y mi pregunta es, ¿es buen político o gestor, aquel que prescinde de las formas ó como dice el autor es anti-protocolo?, pues mi opinión es que no. Porque las formas si importan, porque ante diversas situaciones, el saber como actuar está bien, pero hacerlo en base según unas pautas establecidas socialmente es mejor, simplemente es hacerlo en base a la ley.