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sábado, julio 22
MERCOSUR:Ausencias inesperadas y un anfitrión poco acostumbrado
En el Día del Amigo, cuatro de los ocho presidentes que participan en esta ciudad de la XXX Cumbre del Mercosur faltaron a la primera cita que tenían con el presidente Néstor Kirchner.
Poco afecto a los avatares del ceremonial y el protocolo, el jefe del Estado oficio de prolijo anfitrión con una comida en el fastuoso Palacio Ferreyra, frente a la Plaza España, en el Barrio Nueva Córdoba. En sus hoteles se quedaron Fidel Castro, el hombre del día, Hugo Chávez y Lula Da Silva.
Evo Morales fue el único ausente con aviso: todavía estaba en Bolivia cuando se elevaron las copas para el brindis "por el Mercosur", según la arenga de Kirchner. El mandatario boliviano llegó a Córdoba casi a las 23.
La de la primera dama Cristina Kirchner fue otra de las ausencias no esperadas. "Lamentablemente no está con nosotros", la justificó el Presidente antes de explicar que la senadora se había quedado en Río Gallegos afectada por una gripe.
Kirchner fue el primero en llegar, acompañado por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y los ministros de Planificación Federal, Julio De Vido; de Economía, Felisa Miceli y de Educación, Daniel Filmus. En el circulo de encargados de recibir a los invitados estaban, ademas de Fernández, el casi infaltable Julio Cobos, el gobernador radical mendocino devenido kirchnerista y el jujeño Eduardo Fellner.
En un rincón, otro gobernador, el local José Manuel de la Sota, le mostraba a Fernández, moviendo los brazos, señalando hacia arriba y visiblemente orgulloso, las refacciones hechas en el lugar para recibir a los presidentes. El Presidente recibió a Tabaré Vázquez (Uruguay), Michelle Bachelet (Chile) y Nicanor Duarte Frutos (Paraguay), en ese orden.
En la mesa, la presidenta de Chile quedo entre Kirchner y el mandatario uruguayo, que, pese al conflicto por las papeleras y en su primer cara a cara tras el duro revés sufrido por la Argentina en La Haya, volvieron a intercambiar un afectuoso saludo cuando se vieron. La comida, estuvo a cargo del chef Francis Mallmann, como ya había sucedido en la Cumbre de las Américas, que se realizó en Mar del Plata en noviembre pasado.
Esta vez, el especialista eligió un menú típico de las sierras de Córdoba: trucha de Calamuchita y cabrito asado. Tampoco el postre estuvo ajeno a la tradición local. Los presidentes recibieron colaciones, dulce de cuaresmillo y helado de crema americana.
La velada estuvo permanentemente acompañada por la música clásica ejecutada por una orquesta ubicada en el descanso de la escalera del fastuoso salón. En las calles que rodean el Palacio todo hacia pensar que Castro seria de la partida.
A la ya habitual presencia de policías federales, bomberos y efectivos de la policía provincial se le sumo el detalle de que, cerca de las 22, cuando ya los cuatro presidentes estaban adentro y alrededor de la llegada del cubano comenzaban a tejerse tantas versiones como por la tarde, los granaderos que habían recibido con los honores correspondientes a cada uno de los mandatarios, salieron desde los jardines a la vereda para avanzar por una de las calles.
"Ahí viene Fidel", fue el comentario generalizado de los curiosos, todos vecinos de la zona, que habían quedado del otro lado de la reja y que siguieron el trayecto de los granaderos con la mirada. La confirmación de la falsa alarma llego menos de diez minutos después, cuando los elegantes granaderos pasaron por la misma calle por la que habían desfilado entre platillos y trompetas pero esta vez apilados en un ómnibus.
Fue el único amague de que el cubano se haría presente. Con el paso de los minutos se fue diluyendo la expectativa de verlo aparecer por segunda vez en el día para acaparar los flashes. A poco más de 100 metros de la entrada principal del Palacio tronaban los bombos de los ya habituales acompañantes de los actos de los que participa el Presidente. Desde poco después de las 20, militantes de la agrupación Barrios de Pie y de la CTA en su mayoría se aceraron hasta el imbatible vallado. La tarima, que desde hace poco más de una semana esperaba entre las flores del jardín para ser la base de la foto oficial de la cumbre, quedó relegada. Los presidentes decidieron demorar la postal para esperar a Morales y finalmente se la sacaran hoy.
Entre las fuertes luces de los faroles de la entrada quedó la superficie azul, tal vez esperando otra ocasión.
Fuente: La Nación
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