Una mosca que volase a 100 metros de Benedicto XVI estaba controlada. Una policía a cada 10 metros durante todo el recorrido y una comitiva de alrededor de 50 vehículos conformaban un dispositivo de seguridad que no quitó ojo en toda la jornada al Papa. Incluso las imprevistas paradas del máximo representante de la Iglesia fueron gestionadas por los integrantes de un férreo despliegue que controló hasta el último metro cuadrado de Valencia.
Si en el aire Benedicto XVI fue custodiado por dos cazas del Ejército, la seguridad fue mucho más contundente desde que el avión en el que viajó desde Roma tomó tierra.
Ya en la pista de aterrizaje, varios vehículos todoterreno con agentes de la Guardia Civil armados flanquearon el aparato hasta que se detuvo.
El impresionante despliegue acompañó a Benedicto XVI desde que pisó la pista del aeropuerto de Manises, a las 11.22 horas. Después de recibir el saludo de los Reyes y de los presidentes del Gobierno y de la Generalitat, el Papa salió del aeródromo a las 12.20 horas en dirección a la capital del Turia. Desde ese instante, los agentes que viajaban en los 50 vehículos que formaban la comitiva de seguridad no quitaron ojo al papamóvil, preparados para intervenir ante cualquier eventualidad.Los ocho kilómetros que separan al terminal de la capital del Turia no se cubrieron de acuerdo con el protocolo. Benedicto XVI se detuvo ante la cruz bendecida por Juan Pablo II en 1982.El Papa bajó la ventanilla del vehículo con el que recorre las ciudades que visita para volver a bendecir el monumento. Los agentes se movilizaron rápidamente y formaron con los vehículos y con ellos mismos escudos en torno a Benedicto XVI.El máximo representante de la Iglesia entró en Valencia por la avenida del Cid. El despliegue de seguridad alrededor del papamóvil seguía una estructura perfecta e inquebrantable.
Precedida por cinco coches, el paso de la comitiva era abierto y cerrado por seis motos policiales. Cuando el convoy llegó a la estación de metro de Jesús, ocho miembros de la seguridad descendieron de los vehículos para acompañar al Papa.Ese fue el segundo sobresalto, aunque esta vez previsto, al que el máximo representante de la Iglesia sometió a la comitiva de seguridad que le custodió durante todo el recorrido desde Manises hasta la catedral. El despliegue de vigilancia no acababa, ni mucho menos, en los 50 vehículos y en los agentes que viajaban en ellos o a pie junto al papamóvil.Hasta las Fuerzas Armadas.
En total eran 8.000. La Policía Nacional aportó 4.400, la Guardia Civil, más de 2.100, y la Policía Local de Valencia, 1.400. Cada diez metros había un agente de seguridad. Eso sin contar a los 200 miembros de las Fuerzas Armadas y a los 10.000 voluntarios repartidos por todo el trayecto.Esto era lo que se veía... al menos sin ser demasiado observador. Quienes que se tomaron un respiro en sus continuos cánticos y aclamaciones a Benedicto XVI pudieron verlos.
Cada azotea presentaba la misma figura: un agente con gorra junto a un rifle de precisión.Después, y además de la divina, destacó la vigilancia que se llevó a cabo desde el cielo. Cuatro helicópteros, dos de la Policía Nacional y otros tantos de la Guardia Civil, sobrevolaron Valencia.Los aparatos se detenían en el aire a cada parada de la comitiva que seguía a Benedicto XVI.
Así, cuando el Papa paró en el estación de Jesús para rezar por las víctimas del accidente de metro, tres de los helicópteros estuvieron como suspendidos en el aire.Por su todo este dispositivo fuera poco, un avión AWAC de la OTAN sobrevoló durante toda la jornada la ciudad, cuyo espacio aéreo quedó cortado. Este aparato da la voz de alarma ante la presencia de cualquier objeto o comunicación no previstos en el aire.
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