Más corta, igual de calurosa que siempre y con la presencia de miles de valencianos alrededor de la Real Senyera. Así transcurrió ayer la procesión cívica del 9 d’Octubre, donde la Policía Local cifró la asistencia en el centro de Valencia en algo más de 70.000 personas.
Con puntualidad británica, dos funcionarios acompañados por la jefa de servicio de Patrimonio Histórico, Encarna Furió, descolgaron por el balcón del Ayuntamiento la enseña que se conserva en el Museo Histórico mientras sonaban las campanadas de las 12 del mediodía.
Abajo, la concejala Marta Torrado esperaba el regalo con gesto serio y alguna sonrisa nerviosa. Venerada como el símbolo de la Comunitat, sabía de la responsabilidad de llevar enhiesta y nunca inclinada el estandarte coronado.Unos minutos antes, cuando salió a la calle la comitiva oficial, encabezada por la alcaldesa Rita Barberá y el presidente Francisco Camps, un grupo de simpatizantes de Coalicio Valenciana lanzaron gritos en defensa de la lengua valenciana, en un acto que se repite todos los años.
De esta manera, los primeros pasos que dio Torrado estuvieron marcados por una mezcla de gritos, insultos y aplausos. Con unos zapatos de tacón bajo para aguantar mejor los 18 kilogramos de peso de la Senyera, acometió con paso firme la marcha hacia la calle San Vicente Mártir.Entre el público había un reducido grupo de neonazis, con banderas y símbolos vinculados a la ultraderecha. Llamaron la atención por lo inusual de su presencia en la procesión cívica, aunque fuentes policiales no confirmaron si se había producido alguna identificación o detención entre los jóvenes.Cuestión importante fue el horario, debido a que ayer se modificó el recorrido vigente desde 1995 para acortar la procesión.
Tras el parón del Te Deum, en lugar de seguir hacia la Generalitat la comitiva encauzó la plaza de la Reina y la calle de la Paz, en busca de la ofrenda floral en la estatua ecuestre de Jaime I, en los jardines del Parterre.Tres cuartos de hora menos Fueron 45 minutos menos respecto al año pasado y la modificación fue considerada un “acierto” por la alcaldesa Rita Barberá, quien recordó que el itinerario anterior pasaba por callejones estrechos, donde la procesión era “desoladora”.Además, las dos horas y media de 2005 quitaron mucho público a la mascletà de la plaza del Ayuntamiento.
Gracias a la modificación de este año, miles de personas disfrutaron de lo lindo con un espléndido disparo pirotécnico.Mucho antes, las autoridades soportaron el lanzamiento de pesetas y céntimos de euro por parte de un grupo de Coalicio Valenciana. Sucedió en la propia plaza, a la altura de la calle Barcelonina, junto al monumento a Francesc de Vinatea.Treinta minutos despues, el altar mayor de la Catedral recibió la procesión por la Puerta de los Hierros. Las vallas de la primera parte del recorrido habían desaparecido y la policía intentaba mantener la distancia entre el público y las autoridades.
En la parte trasera, los voluntarios de Protección Civil y una ambulancia se encargaban del cierre de la procesión. A pesar del fuerte calor, insoportable en las plazas y calles que no ofrecían una acogedora sombra, no se registraron desmayos ni atenciones médicas de relevancia en toda la mañana.
La ceremonia religiosa terminó quince minutos antes de la una de la tarde. La marcha por la plaza de la Reina y la calle de la Paz fue muy tranquila, gracias a que la mayoría de opositores a los grandes partidos políticos esperaban desde hacía un buen rato en el Parterre. La Real Senyera recibía multitud de aplausos desde los balcones en uno de los escasos tramos donde no se produjeron parones ni cortes.En ese momento ya se habían unido a la procesión los concejales que no quisieron entrar en la Catedral, a modo de petición silenciosa para que se elimine también el Te Deum del programa oficial.
La ofrenda floral en la estatua fue sencilla. Tanto el presidente Camps como el delegado del Gobierno, Antoni Bernabé, abandonaron la procesión después, que a partir de Pintor Sorolla y Barcas se convirtió en un acto mucho más local.Catorce minutos antes de las dos de la tarde, Marta Torrado llegó a los pies del balcón del Consistorio. Después del izado, comentó que no estaba nada cansada debido a que la Senyera había sido llevada “por todos los que han venido”.Fuera del Consistorio, Valencia acogió ayer actividades para todos los públicos. Desde la parte institucional de los premios de la Generalitat a la Entrada de Moros y Cristianos por el centro, pasando por actividades para niños en el puerto.
Fuente:Las Provincias
Con puntualidad británica, dos funcionarios acompañados por la jefa de servicio de Patrimonio Histórico, Encarna Furió, descolgaron por el balcón del Ayuntamiento la enseña que se conserva en el Museo Histórico mientras sonaban las campanadas de las 12 del mediodía.
Abajo, la concejala Marta Torrado esperaba el regalo con gesto serio y alguna sonrisa nerviosa. Venerada como el símbolo de la Comunitat, sabía de la responsabilidad de llevar enhiesta y nunca inclinada el estandarte coronado.Unos minutos antes, cuando salió a la calle la comitiva oficial, encabezada por la alcaldesa Rita Barberá y el presidente Francisco Camps, un grupo de simpatizantes de Coalicio Valenciana lanzaron gritos en defensa de la lengua valenciana, en un acto que se repite todos los años.
De esta manera, los primeros pasos que dio Torrado estuvieron marcados por una mezcla de gritos, insultos y aplausos. Con unos zapatos de tacón bajo para aguantar mejor los 18 kilogramos de peso de la Senyera, acometió con paso firme la marcha hacia la calle San Vicente Mártir.Entre el público había un reducido grupo de neonazis, con banderas y símbolos vinculados a la ultraderecha. Llamaron la atención por lo inusual de su presencia en la procesión cívica, aunque fuentes policiales no confirmaron si se había producido alguna identificación o detención entre los jóvenes.Cuestión importante fue el horario, debido a que ayer se modificó el recorrido vigente desde 1995 para acortar la procesión.
Tras el parón del Te Deum, en lugar de seguir hacia la Generalitat la comitiva encauzó la plaza de la Reina y la calle de la Paz, en busca de la ofrenda floral en la estatua ecuestre de Jaime I, en los jardines del Parterre.Tres cuartos de hora menos Fueron 45 minutos menos respecto al año pasado y la modificación fue considerada un “acierto” por la alcaldesa Rita Barberá, quien recordó que el itinerario anterior pasaba por callejones estrechos, donde la procesión era “desoladora”.Además, las dos horas y media de 2005 quitaron mucho público a la mascletà de la plaza del Ayuntamiento.
Gracias a la modificación de este año, miles de personas disfrutaron de lo lindo con un espléndido disparo pirotécnico.Mucho antes, las autoridades soportaron el lanzamiento de pesetas y céntimos de euro por parte de un grupo de Coalicio Valenciana. Sucedió en la propia plaza, a la altura de la calle Barcelonina, junto al monumento a Francesc de Vinatea.Treinta minutos despues, el altar mayor de la Catedral recibió la procesión por la Puerta de los Hierros. Las vallas de la primera parte del recorrido habían desaparecido y la policía intentaba mantener la distancia entre el público y las autoridades.
En la parte trasera, los voluntarios de Protección Civil y una ambulancia se encargaban del cierre de la procesión. A pesar del fuerte calor, insoportable en las plazas y calles que no ofrecían una acogedora sombra, no se registraron desmayos ni atenciones médicas de relevancia en toda la mañana.
La ceremonia religiosa terminó quince minutos antes de la una de la tarde. La marcha por la plaza de la Reina y la calle de la Paz fue muy tranquila, gracias a que la mayoría de opositores a los grandes partidos políticos esperaban desde hacía un buen rato en el Parterre. La Real Senyera recibía multitud de aplausos desde los balcones en uno de los escasos tramos donde no se produjeron parones ni cortes.En ese momento ya se habían unido a la procesión los concejales que no quisieron entrar en la Catedral, a modo de petición silenciosa para que se elimine también el Te Deum del programa oficial.
La ofrenda floral en la estatua fue sencilla. Tanto el presidente Camps como el delegado del Gobierno, Antoni Bernabé, abandonaron la procesión después, que a partir de Pintor Sorolla y Barcas se convirtió en un acto mucho más local.Catorce minutos antes de las dos de la tarde, Marta Torrado llegó a los pies del balcón del Consistorio. Después del izado, comentó que no estaba nada cansada debido a que la Senyera había sido llevada “por todos los que han venido”.Fuera del Consistorio, Valencia acogió ayer actividades para todos los públicos. Desde la parte institucional de los premios de la Generalitat a la Entrada de Moros y Cristianos por el centro, pasando por actividades para niños en el puerto.
Fuente:Las Provincias
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