El Rey inauguró hoy la Ciudad del Vino en Elciego (Alava), que alberga la mayor colección de caldos de toda Europa, data de 1860 cuando nació por iniciativa del marqués de Riscal, y hoy cuenta con uno de los edificios más modernos, obra del arquitecto Frank Gehry.
A su llegada a mediodía a la localidad alavesa, en plena Rioja, Don Juan Carlos, acompañado por la ministra de Agricultura, Elena Salgado, fue recibido por el lehendakari, Juan José Ibarretxe, y el presidente riojano, Pedro Sanz, así como por los responsables de la bodega, encabezados por su presidente, Alejandro Aznar.
El saludo se realizó en el patio central, con el fondo del impactante edificio de titanio en tres tonalidades (rosa, por el vino; oro, por la malla de la botella, y plata por la cápsula del corcho), que lleva la marca inconfundible del arquitecto canadiense, creador del museo Guggenheim de Bilbao.
El rompedor y llamativo edificio de Gehry, con sus placas onduladas que quieren significar la vida y el movimiento del vino, se incrusta para realzarlo en el verde de las viñas del campo de la pequeña localidad alavesa de Elciego, en el que está ubicado. El Rey, acompañado en todo momento por el lehendakari, Sanz, y el resto de las autoridades, entre las que se encontraba el delegado del Gobierno, Paulino Luesma, accedió en primer lugar al recinto más emblemático de las bodegas, conocido como «la catedral».
A su llegada a mediodía a la localidad alavesa, en plena Rioja, Don Juan Carlos, acompañado por la ministra de Agricultura, Elena Salgado, fue recibido por el lehendakari, Juan José Ibarretxe, y el presidente riojano, Pedro Sanz, así como por los responsables de la bodega, encabezados por su presidente, Alejandro Aznar.
El saludo se realizó en el patio central, con el fondo del impactante edificio de titanio en tres tonalidades (rosa, por el vino; oro, por la malla de la botella, y plata por la cápsula del corcho), que lleva la marca inconfundible del arquitecto canadiense, creador del museo Guggenheim de Bilbao.
El rompedor y llamativo edificio de Gehry, con sus placas onduladas que quieren significar la vida y el movimiento del vino, se incrusta para realzarlo en el verde de las viñas del campo de la pequeña localidad alavesa de Elciego, en el que está ubicado. El Rey, acompañado en todo momento por el lehendakari, Sanz, y el resto de las autoridades, entre las que se encontraba el delegado del Gobierno, Paulino Luesma, accedió en primer lugar al recinto más emblemático de las bodegas, conocido como «la catedral».
Allí, Don Juan Carlos vio una de las cubas que lleva su nombre, y otra con el de su padre, el Conde Barcelona, antes de internarse en los oscuros y húmedos pasillos del edifico más antiguo de las bodegas que atesoran botellas de sus 140 años de historia, para elegir una de la cosecha del año de nacimiento del Monarca, 1938.
El Rey ayudó al «degüelle» de la botella, ceremonia por la que el cuello del envase es sometido seguidamente a calor y a frío para su descorche, sin que el caldo sufra ningún tipo de agresión.
El enólogo y descendiente el fundador Francisco Hurtado de Amézaga ayudó en la operación en la que Don Juan Carlos que aplicó agua con un pincel y pudo ver que el corcho llevaba grabado el año del embotellado.
En penumbra de «la catedral», en la que Don Juan Carlos firmó en el libro de honor, tuvo lugar el primer brindis de la mañana, en el que Don Juan Carlos y los invitados chocaron sus copas.
A continuación y en otro edificio, que corresponde a una de las ampliaciones de la bodega, Gehry y su equipo explicaron al Rey la maqueta del singular edificio salido de sus manos.
Los responsables de Marqués de Riscal convencieron al arquitecto canadiense para que realizara el proyecto del nuevo edificio, con el que relanzar la imagen de la bodega, después de que el artista probara uno de sus caldos. Más de mil invitados y 200 representantes de los medios de comunicación, algunos procedentes de Estados Unidos, Francia, Alemania, México o Reino Unido, asistieron delante del hotel de lujo con el que cuenta la Ciudad del Vino a un espectáculo en el que el protagonista fue la Coral Manuel Iradier. Con las voces de la Coral de fondo, una bailarina descendió del «cielo» al tiempo que dejaba volar unos globos burdeos, el color del vino.
El acto terminó con otro brindis en el que el presidente Aznar agradeció la presencia del Rey, lo que provocó el aplausos espontáneo de los invitados. Una edición limitada de 5.000 botellas, cuya etiqueta ha sido diseñada por Gehry, fue el caldo elegido para esta ocasión y que pudieron degustar por primera vez los asistentes a la inauguración. La presencia de Don Juan Carlos hoy en Alava se debe al interés de la Corona de respaldar uno de los productos distintivos de España en el mundo, como son los vinos de Rioja.
Fuente:La Razón
Fotos:Correo Digital y Antena 3 TV
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