viernes, noviembre 10

Miles de madrileños acuden a venerar a la Patrona


Un sol radiante, mantillas, chulapas, goyescas y la Plaza Mayor repleta de fieles que aplaudían con fervor, recibieron ayer a la patrona de la capital, Santa María la Real de la Almudena, en la Eucaristía en la que cada año la Villa renueva sus votos con la Virgen castiza. La tradición volvió a salir a la calles de la capital para celebrar la festividad local. Más de diez mil personas abarrotaron los aledaños de la antigua plaza de abastos, que despedía un fuerte olor a incienso.

Allí, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ofició una multitudinaria misa que comenzó, como ocurre desde hace años, con los sonidos de la marcha real ante la imagen. En su homilía, el cardenal afirmó que «lo que está ocurriendo con el tratamiento, verdaderamente desalmado, del derecho a la vida del no nacido, incluso en los últimos meses del embarazo de la madre, clama al cielo». Añadió además, que «el Madrid de hoy» necesita asentar de nuevo los fundamentos éticos de la vida en común sobre «los principios de la dignidad inviolable de la persona humana, creada y redimida por Cristo, de sus derechos fundamentales y de los del verdadero matrimonio y de la familia, atendiendo siempre a las exigencias solidarias del bien común».

Como no podía ser de otra manera, el acalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, que acudió a la celebración junto a su mujer, Mar Utrera, y otros miembros de la Corporación Municipal y el Gobierno regional como Esperanza Aguirre o la concejala Ana Botella, renovó los votos de la ciudad con su Virgen depositando junto a la imagen una cesta de flores rosas.
Cuenta la tradición que fue la Virgen de la Almudena quien salvó a la capital de unas graves inundaciones que padecieron los madrileños en 1645. Unos acontecimientos por los que cada año, desde hace ya 340 otoños, el primer edil rinde homenaje a esta Virgen.

Durante su discurso, el alcalde quiso, una vez más, dejar claro que Madrid es una ciudad multicultural, e hizo referencia al «lenguaje universal que hablan los madrileños». Además, Gallardón pidió a la Virgen que diera fuerzas a los madrileños «para desafiar al terror hasta vencerlo», y que no deje «confundir la paz con el abandono, ni la memoria con el rencor».

A la una de la tarde, comenzó la procesión en la que las bandas de la Policía Municipal y de otras casas regionales escoltaron a «la morenita». «La misa ha sido preciosa, vengo desde hace 14 años y cada vez me parece más bonita», explicó visiblemente emocionada Rosa, que asistió desde primera hora. A su lado su vecina, Fernanda, sugería a los organizadores que «escojan otro sitio para dar la misa el año que viene porque la Plaza Mayor se queda pequeña».

Entre aplausos, vítores y piropos como «¡guapa!» «la Señora de tez morena» -como se refiere a esta Virgen su himno-, recorrió un itinerario alternativo al de otros años por culpa de las obras. Miles de personas aguantaron -algunos con gorros de papel- el sol de justicia que imperó durante la mañana. «La verdad es que el sol está acompañando mucho, será un milagro de la Virgen», comentó una de las fieles que pertenece a una de las cofradías de la Almudena y que acudió de negro riguroso, peineta y mantilla a la fiesta de la capital. En la calle Requena, muy cerca ya de la catedral, a Felipe se le saltaban las lágrimas: «Siempre he venido con mi mujer y este año no podía faltar porque quería pedirle a la Virgen salud para ella», explicó.
Fuente:La Razón

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