Las 3.742 personas -dato oficial de Patrimonio Nacional- que acudieron ayer al Valle de los Caídos con motivo del aniversario de la muerte de Franco no pudieron introducir en la basílica por primera vez banderas ni cantar el «Cara al sol» dentro del templo.
En la explanada del Valle, donde sí dieron rienda suelta a los cánticos y a los símbolos de la extrema derecha, la Fundación Francisco Franco repartió octavillas en las que advertía: «Por el carácter exclusivamente religioso de esta comparecencia, no habrá en el interior de la basílica ningún símbolo, ni banderas, estandartes o guiones, uniformes con significación política, ni turnos de guardia ante las tumbas del generalísimo y José Antonio». Pedía también que todos se abstuvieran de «cualquier manifestación política dentro del recinto del Valle». El motivo no era otro que el temor a que les «cierren el Valle».
Todo esto se cumplió a medias. En el interior del templo no se escuchó ni una sola vez el «Cara al sol», y aunque se impidió la entrada de banderas con palo, se hizo la vista gorda con las que no lo llevaban, así como con los uniformes falangistas. Además, al final de la misa se «coló» una bandera preconstitucional con asta, que se llevó hasta donde reposan los restos de Primo de Rivera. Ahí, además, varios falangistas montaron guardia.
En la homilía, el abad, Anselmo Álvarez, criticó la Ley de Memoria Histórica y exclamó: «Dejad en paz este Valle».
En la explanada del Valle, donde sí dieron rienda suelta a los cánticos y a los símbolos de la extrema derecha, la Fundación Francisco Franco repartió octavillas en las que advertía: «Por el carácter exclusivamente religioso de esta comparecencia, no habrá en el interior de la basílica ningún símbolo, ni banderas, estandartes o guiones, uniformes con significación política, ni turnos de guardia ante las tumbas del generalísimo y José Antonio». Pedía también que todos se abstuvieran de «cualquier manifestación política dentro del recinto del Valle». El motivo no era otro que el temor a que les «cierren el Valle».
Todo esto se cumplió a medias. En el interior del templo no se escuchó ni una sola vez el «Cara al sol», y aunque se impidió la entrada de banderas con palo, se hizo la vista gorda con las que no lo llevaban, así como con los uniformes falangistas. Además, al final de la misa se «coló» una bandera preconstitucional con asta, que se llevó hasta donde reposan los restos de Primo de Rivera. Ahí, además, varios falangistas montaron guardia.
En la homilía, el abad, Anselmo Álvarez, criticó la Ley de Memoria Histórica y exclamó: «Dejad en paz este Valle».
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