RECIENTEMENTE hemos tenido ocasión de contemplar sendas imágenes en los medios de comunicación en las que sus protagonistas muestran de forma muy gráfica, su «amor» hacia las respectivas enseñas que portan en sus manos. Nos estamos refiriendo de un lado, al reelegido alcalde barquense, Alfredo García, (mostrando la bandera cuyo diseño no fue admitido por la Comisión de Heráldica de la Xunta) y, de otro, al tándem del gobierno local capitalino, el socialista Francisco Rodríguez y el nacionalista Alexandre Sánchez Vidal, sosteniendo al alimón la enseña de Ourense (en la jornada previa a la sesión de investidura). Nos parece correcto que cada cual se identifique con los signos, iconos o códigos que de alguna manera definen la territorialidad, porque siempre, tras esos gestos, se esconden mensajes. Ahora bien, como profesionales del protocolo, pedimos a la clase política que cuando use esos símbolos, respete las normas que los regulan (sobre todo porque en su condición de representantes del estamento administrativo público, están obligados a dar ejemplo asumiendo los preceptos). Entendemos que cuando esto sucede, es por desconocimiento, pero para ello están los expertos, para asesorar en la materia. Basta recordar que el uso de la bandera está reglamentado, por una parte, por la ley 39/81 de 28 de octubre, que regula el uso de la enseña nacional y de otra, por la ley 5/1984 de 29 de mayo, de Símbolos de Galicia, donde de forma explícita se indica que la bandera de la Autonomía «utilizarase conxuntamente coa de España». O lo que es lo mismo, no puede exhibirse ella sola o al lado de otra enseña que no sea la española.
Fuente:La Voz de Galicia