Es una de esas personas que pertenece a la ciudad. Jefa de Protocolo durante veintiún años del Ayuntamiento de Valencia ha marcado con su profesionalidad un camino por el que se desliza serenamente, pero con firmeza.
Pienso, sin temor a equivocarme, que el protocolo no sabría desligarse de una persona que ha puesto todo su trabajo y creación para plasmar una profesión de múltiples matices que pertenece a grandes actos, pero que imprime o determina también una forma de vida. Con mirada de psicóloga, Pepa observa la ciudad, pero fiel a un compromiso mantiene el secreto de confesión.
-¿Usted no creerá en la confesión? ¿En qué cree una persona agnóstica?-Creo en muchas cosas. Creo en el ser humano fundamentalmente. Creo en la amistad, creo en el amor. Creo en muchos valores importantísimos para la convivencia.
-Le han dicho tantas cosas bonitas ahora que se ha ido, ¿cómo lleva su autoestima?-(Se ríe) La verdad que la autoestima está estupendamente bien, supongo que no debería decirlo, porque es un exceso, pero estoy muy contenta. Para mí son importantes todas las pruebas de afecto que he recibido.
-Entre sus muchos premios, el Rey le concedió la Encomienda del Mérito Civil por su trayectoria profesional, ¿le acercó a la monarquía?-No. Filosóficamente soy republicana, pero pienso que el rey Juan Carlos ha hecho un servicio a este país importante y además el trato ha sido exquisito. Nunca me he sentido separada de la monarquía, me he referencia antes a mi falta de vanidad, pues no es verdad, para mí fue un honor altísimo y una satisfacción extraordinaria que se premiara mi trabajo, en el que he puesto todo mi esfuerzo y que fuera premiado por el Jefe del Estado, por el rey, muchísimo más.
-Si usted hablara y dijera todo lo que sus oídos han oído y sus ojos han visto... ¿Se desplomaría el ayuntamiento?-¡Qué va, en absoluto! El Ayuntamiento es un edificio fantástico con unos cimientos extraordinarios y además como aquí no hay terremotos no se desplomaría. Es un edificio muy sólido.
-¿Quiénes crean mayores problemas en el protocolo: los políticos, el ejército, la Iglesia, el poder económico, el intelectual, el científico o la gente de la cultura?-Yo no encuadraría los comportamientos. En todos los colectivos hay gente de toda clase. Cuando trabajas en protocolo, aparte de conocer toda la legislación, y todas las técnicas necesarias para desarrollar el trabajo, -porque mucha gente olvida de que el protocolo no es un capricho, ni algo que inventas-, tienes la obligación de conocer tu entorno y saber quién es quién en tu ciudad o en el ámbito en que tú te desarrolles, con lo cual evitas problemas. Cuando hago referencia y explico lo que es el protocolo, siempre digo que hay que tener en cuenta a Agatha Christie: la condición humana.
-Cuando casi nadie hablaba de protocolo y las relaciones públicas eran un cajón de sastre apareció usted... ¿Tuvo que inventar?-Una de las facetas más interesantes de las relaciones públicas o de protocolo es la creatividad. Pienso que hay que estar creando constantemente. Cuando dicen: «Este trabajo quema». No quema el trabajo, quema la manera de hacer el trabajo. Si a cualquier trabajo, pero sobre todo relaciones públicas o protocolo, le quitas la parte creativa, la parte que tiene de invento, entonces se te cae ¡claro!
-Hay mucha gente ahora estudiando Protocolo y Relaciones Públicas.-Sí, pero no sé si tienen conciencia de lo que son estas disciplinas. Es un trabajo, como todos, que necesita mucha dedicación. el protocolo tiene una apariencia y como decía Joan Fuster, las apariencias sólo son apariencias, entonces la gente ve el glamour; el recibir a personalidades importantes y eso deslumbra, pero eso no es más que una parte mínima y además, si eres una buena profesional, tienes que estar siempre apartada, obviamente tienes que hablar con todas estas personas porque las tienes que atender, y es un honor haber conocido a ciertas personalidades, Es mucho trabajo, mucho estudio, mucha técnica y una preparación constante, estar al día. En mi caso el haber trabajado en una institución como el Ayuntamiento de Valencia a servicio de mis conciudadanos ha tenido un valor añadido. Me llena de orgullo haber sido servidora pública.
-¿Con qué personaje de los que ha tratado se quedaría?-Ha habido varios que me han impresionado por diferentes razones, no obstante destacaría a Shlomo Ben-Ami. Lo conocí cuando era embajador de Israel en España. Por circunstancias, tuve la suerte, de mantener con él conversaciones bastantes largas. Es un personaje que, si en Oriente Medio hubiera muchos Shlomo Ben-Ami no tendríamos el problema que estamos sufriendo. Para mí ha sido una persona, desde el punto de vista humano, extraordinario, digno de conocer.
-¿Concretamente hay algún personaje que haya influido en su vida para que usted sea tan contundente?-Clara Campoamor ha sido, para mí, la medida de muchas cosas. Representa el ideal de una persona política: la coherencia con su ideología, la coherencia con su compromiso político; estuvo por encima de las directrices de su propio partido. Fue una mujer que luchó para que las mujeres tuvieran todos los derechos civiles, tuvieran derecho al voto.
-¿Estamos en un mundo donde la imagen vende?-Sí. Estamos en la era de la comunicación, estamos en la era de la imagen. Lo que pasa que a mí me asusta muchas veces, porque sólo se ve, insisto otra vez, la apariencia y la apariencia no engaña, sólo es apariencia. Me parece que estamos, en algunos aspectos frivolizando las cosas y los valores, pienso que en algunos casos se están perdiendo o se están difuminando y la imagen es importante, claro que sí, pero sólo como apariencia. Por favor, recuperemos parte de los valores.
-¿A qué valores se refiere?- La solidaridad y el respeto al otro, la tolerancia. -Usted ha debido ecuchar silencios, ¿cuántas veces no se opina porque no conviene?-Sí. Muchas veces el silencio es imprescindible. No soy partidaria de la frase «Yo soy muy sincera y lo digo todo» No. Hay silencios obligados, porque si vas a decir algo que va a ofender, pues ¡cállate! Otra cuestión es que a lo mejor en algunos momentos se calle en exceso porque no conviene hablar porque da miedo hablar; ese ya es otro tema? Posiblemente he oído silencios.
-¿La prevención a la censura condiciona siempre?-Estoy segura que sí. Incluso la autocensura.-¿El mundo es de los osados?-Soy muy optimista y quiero pensar que no, aunque hay osados peligrosísimos que llegan donde no deberían llegar, pero la evidencia es clara.-¿Los trepas son una plaga?-No sé si lo son o no. El trepa me gusta bien poco con lo cual con que haya dos para mí ya es plaga.
-¿Los buenos irán al cielo?- Creo que el infierno y el cielo están en la tierra. -¿Como diría Sartre, el infierno son los otros?-El infierno son los otros, pero muchas veces también somos nosotros mismos -Los jóvenes recurren a la violencia, ¿podrían estar señalando hacia un nuevo fascismo?-Espero que no. Creo que a los jóvenes hay que darles un referente. El joven necesita pertenencias y si no encuentra sitios a los que pertenecer y sentirse realizado, recurre a lugares en los que se siente importante, pero que son negativos.
-¿El hombre ha perdido el monopolio de la preeminencia social?-No me gusta generalizar, pero el hombre está descolocado, la mujer está ocupando nuevos espacios. El hombre era el patriarca y todo giraba alrededor suyo, cuando aparece la mujer que ha tenido que luchar mucho para ir superando y subiendo escalones, entonces el hombre queda en una situación en la que no encuentra su centro. Sí. Ha perdido esa preeminencia.
-Antes la mujer podía ser frágil y el hombre debía ser fuerte, aunque sólo fuera en apariencia. ¿Puede permitirse ahora la mujer ser fuerte y el hombre dejar ver su fragilidad sin complejos?-Tanto el hombre como la mujer tienen valores positivos. El hombre tiene una forma de ser y la mujer tiene otra, pero eso no quiere decir que un hombre no pueda llorar, porque se está perdiendo una cantidad de sentimientos que es una pena, y la mujer no tiene porque encuadrarse en el rol del hombre. Recuerdo una vez que tuve un cargo directivo y todas las personas que estaban en mi departamento eran hombres y me dijeron «Es que las órdenes las das con voz de tiple». Pues naturalmente no puedo darlas con voz de barítono. No estoy en absoluto de acuerdo con los estereotipos de hombre/mujer.
-Han pasado treinta años... ¿Qué queda de aquella esperanza?-Lo que vivimos hace treinta años fue maravilloso e irrepetible y como toda utopía nunca se cumple, afortunadamente. Cuando echo la vista atrás pienso que hemos adelantado y ¡tenemos tanto! Lo que pasa es que querríamos tener siempre más, porque el progreso es eso. Pero nos queda tal vez un poco de nostalgia de lo que suponía aquello. Éramos muy jóvenes. Un poco de nostalgia de la gente que se ha ido y que hubiera querido ver cómo está nuestro país treinta años después, y que no lo podrán ver. Creo que ha valido la pena y nos sigue quedando un montón de valores positivos de aquella época.
-¿Hay lugar hoy para la rebeldía?-Siempre. Los jóvenes tienen que ser rebeldes, el problema es poder encontrar el motivo adecuado para su rebeldía. Creo que hay que ser rebeldes a cualquier edad (se ríe).-¿Valencia es una ciudad improvisada? ¿Qué opina de los grandes acontecimientos que se están produciendo?-Valencia podía considerase una ciudad acabada en el siglo XV. Evidentemente no podía quedarse estática y la ciudad continúo creciendo, unas veces mejor, otras peor hasta llegar a nuestros días. Actualmente la America´s Cup ha supuesto un hito muy importante, ha focalizado Valencia. A partir de este hecho, tengo la sensación de que los acontecimientos se están produciendo de un modo demasiado rápido; estamos en un momento crucial. Como ejemplo destacaría que, de la solución que finalmente se de al desarrollo del puerto, dependerá, en gran parte, el modelo de ciudad que se quiera seguir. Yo confío y quiero creer que esto no se va a hacer de un modo improvisado.
-¿Somos una ciudad realmente europea?-¡Claro que somos europeos! Un ejemplo de nuestra europeidad la tenemos en La Lonja en el siglo XV que es el mejor edificio de gótico civil de Europa. En el siglo XV Valencia era un referente. Aquí está nuestra historia y aquí está nuestra realidad.
-Desde su experiencia, ¿qué le falta a Valencia para ser una ciudad ideal? Si es que existen las ciudades ideales.-Lo ideal es la perfección que sólo existe en la imaginación, pero sí que nos podemos acercar; hay que agilizar la recuperación de nuestros centros o núcleos históricos; hay que revitalizarlos hacerlos «vivibles», humanizarlos, tenemos que acabar la ciudad del siglo XV. La actuación que está llevando a cabo, en Londres, el arquitecto Richard Rogers me parece interesantísima; revitalizando una zona tan degradada como la ribera del Támesis, reconvirtiendo los viejos edificios, sin quitarles su personalidad original respetando la trama urbana y humanizando un área que resultaba inhóspita. Es una delicia pasear por aquellos espacios. En definitiva la ciudad ideal es, la que compatibiliza tradición con desarrollo, pero primando, siempre, la persona sobre la ciudad, es decir la ciudad al servicio del ciudadano.
Fuente:El Mercantil Valenciano