A grito pelado. Así empezaron ayer la solemne mañana de constitución de las Cortes --VII legislatura-- algunos diputados del grupo del PP, que discutían en su reunión de grupo y se dejaron oír, dicen sus colegas, por todo el pasillo de los despachos. En las citas históricas, La Ajafería suele ser todo elegancia, discreción y perfecto protocolo. Pero en el seno popular se ausentó el buen rollo. Ni la CHA, en recuperación tras su notable accidente electoral, presentaba tan mala cara.
Fue la comidilla de la larga jornada autonómica. Juraron o prometieron los 67 parlamentarios de Aragón, se eligió presidente y una Mesa de las Cortes en la que se liaron casi todas las quinielas. Lo único fijo era que Chunta e IU, para variar, no entraban en el reparto. "Protejan la Mesa, porque la pueden necesitar", advertía ante la prensa el reelegido responsable de la Cámara Francisco Pina.
Todo el mundo se fijó en que al citado Pina no le aplaudieron en el hemiciclo ni Fernando Martín, exalcalde de Calatayud, ni José Luis Moret, alcalde de Fraga. Ambos populares se sentaban juntos. Y hasta en el cóctel posterior se multiplicaban las caras de circunstancias: abundaron los comentarios sobre la multitudinaria fiesta --tipo boda-- de los exediles del PP Atarés, Azcón, Mur y Orós, cuarteto crítico despachado de las listas que exhibió un extraordinario poder de convocatoria el miércoles por la noche en el Tiro Pichón. Antonio Suárez no quería que nadie se la contara. "No me interesa", aseguraba el portavoz popular.
Quienes si lo sabían todo de aquella soirée antiaparato eran dos de los nuevos diputados socialistas: Ricardo Berdié y Jesús Sarría, que cambian el Ayuntamiento de Zaragoza por el Parlamento y aún no se han parado a pensar en la crisis existencial de las Cortes, la misma que repasaba Pina en rueda de prensa y comentaba Suárez. Hay que cambiar el reglamento de la casa, recortar papeleo y llegar de una vez por todas al ciudadano, decía el diputado del PP.
En las tribunas superiores de la Cámara, un centenar de invitados de todos los partidos daba fe del inicio de la legislatura. En primera línea, y aguantando sin abandonos toda la sesión, se colocaron las instituciones y expresidentes de las Cortes, incluidos alcaldes y responsables de diputaciones provinciales.
Detrás compartían fila los sindicalistas Aransanz (CCOO) y Lóriz (UGT) con los representantes empresariales López de Hita y Morte. Protocolo los tenía perfectamente localizados, pero algunos se movieron de sitio. Fue el caso de Carlos Pérez Anadón (PSOE), que intercambió la butaca con Domingo Buesa (PP) y se situó junto al nacionalista José Antonio Acero. Como veterano artífice de pactos y demás acuerdos, a Anadón se le puede ver estos días en cualquier parte y a cualquier hora hablando con miembros de CHA.
Frente al semblante serio de la mayoría, en la tribuna de invitados resaltaba Guillermo, el rubio bebé de la alcaldesa de Belchite, María Ángeles Ortíz (PSOE). Esta diputada es una de las 24 con que cuenta la nueva Cámara, constituida con una evidente minoría de mujeres pese a los cupos de Zapatero.
Con tanto caballero en el hemiciclo, dominaba el traje oscuro animado por corbatas de color, como la roja del presidente Marcelino Iglesias. Por cosa del orden alfabético, juró y votó casi a la vez que Nieves Ibeas (CHA), la mejor vestida según distintos asistentes.
Hasta que hubo Mesa oficial, funcionó la de edad. María Antonia Avilés, Pedro Navarro y María Herrero administraron varios recuentos de votos --en sobre-- y culminaron el encargo con dignidad.
Con todos nombrados y cerrada la sesión, los portavoces expresaron sus esperanzas de legislatura. Que el Aragón rico no olvide a quien no llega a fin de mes, dijo Barrena (IU). Que esta sea la hora de las inversiones estatales, pidió Allué (PAR). Que se desarrolle pronto y mucho el Estatuto, deseó Bernal (CHA). Que se agilice y se acerque a la gente el trabajo parlamentario, solicitó Suárez. Y que cuaje el compromiso con lo social y con el Aragón rural, concluyó el socialista Jesús Miguel Franco.
Fue la comidilla de la larga jornada autonómica. Juraron o prometieron los 67 parlamentarios de Aragón, se eligió presidente y una Mesa de las Cortes en la que se liaron casi todas las quinielas. Lo único fijo era que Chunta e IU, para variar, no entraban en el reparto. "Protejan la Mesa, porque la pueden necesitar", advertía ante la prensa el reelegido responsable de la Cámara Francisco Pina.
Todo el mundo se fijó en que al citado Pina no le aplaudieron en el hemiciclo ni Fernando Martín, exalcalde de Calatayud, ni José Luis Moret, alcalde de Fraga. Ambos populares se sentaban juntos. Y hasta en el cóctel posterior se multiplicaban las caras de circunstancias: abundaron los comentarios sobre la multitudinaria fiesta --tipo boda-- de los exediles del PP Atarés, Azcón, Mur y Orós, cuarteto crítico despachado de las listas que exhibió un extraordinario poder de convocatoria el miércoles por la noche en el Tiro Pichón. Antonio Suárez no quería que nadie se la contara. "No me interesa", aseguraba el portavoz popular.
Quienes si lo sabían todo de aquella soirée antiaparato eran dos de los nuevos diputados socialistas: Ricardo Berdié y Jesús Sarría, que cambian el Ayuntamiento de Zaragoza por el Parlamento y aún no se han parado a pensar en la crisis existencial de las Cortes, la misma que repasaba Pina en rueda de prensa y comentaba Suárez. Hay que cambiar el reglamento de la casa, recortar papeleo y llegar de una vez por todas al ciudadano, decía el diputado del PP.
En las tribunas superiores de la Cámara, un centenar de invitados de todos los partidos daba fe del inicio de la legislatura. En primera línea, y aguantando sin abandonos toda la sesión, se colocaron las instituciones y expresidentes de las Cortes, incluidos alcaldes y responsables de diputaciones provinciales.
Detrás compartían fila los sindicalistas Aransanz (CCOO) y Lóriz (UGT) con los representantes empresariales López de Hita y Morte. Protocolo los tenía perfectamente localizados, pero algunos se movieron de sitio. Fue el caso de Carlos Pérez Anadón (PSOE), que intercambió la butaca con Domingo Buesa (PP) y se situó junto al nacionalista José Antonio Acero. Como veterano artífice de pactos y demás acuerdos, a Anadón se le puede ver estos días en cualquier parte y a cualquier hora hablando con miembros de CHA.
Frente al semblante serio de la mayoría, en la tribuna de invitados resaltaba Guillermo, el rubio bebé de la alcaldesa de Belchite, María Ángeles Ortíz (PSOE). Esta diputada es una de las 24 con que cuenta la nueva Cámara, constituida con una evidente minoría de mujeres pese a los cupos de Zapatero.
Con tanto caballero en el hemiciclo, dominaba el traje oscuro animado por corbatas de color, como la roja del presidente Marcelino Iglesias. Por cosa del orden alfabético, juró y votó casi a la vez que Nieves Ibeas (CHA), la mejor vestida según distintos asistentes.
Hasta que hubo Mesa oficial, funcionó la de edad. María Antonia Avilés, Pedro Navarro y María Herrero administraron varios recuentos de votos --en sobre-- y culminaron el encargo con dignidad.
Con todos nombrados y cerrada la sesión, los portavoces expresaron sus esperanzas de legislatura. Que el Aragón rico no olvide a quien no llega a fin de mes, dijo Barrena (IU). Que esta sea la hora de las inversiones estatales, pidió Allué (PAR). Que se desarrolle pronto y mucho el Estatuto, deseó Bernal (CHA). Que se agilice y se acerque a la gente el trabajo parlamentario, solicitó Suárez. Y que cuaje el compromiso con lo social y con el Aragón rural, concluyó el socialista Jesús Miguel Franco.