viernes, septiembre 5

Importancia de la imagen y la comunicación

LUIS ANTONIO GARCÍA MARTÍNEZ Decía Paul Michael Romer que el conocimiento era el único recurso ilimitado, el único activo que aumenta con su uso. Hoy, cuando nos encontramos en una era completamente distinta de la que conocimos, el gran cambio lo está marcando la transición de una sociedad industrial al paradigma de una sociedad del conocimiento. El número de universitarios ha aumentado de manera considerable en estos últimos cincuenta años, sobre todo en estos últimos años que se crean nuevas universidades y, por lo tanto, la cantidad de jóvenes profesionales cada vez va en aumento. Ya no es suficiente certificar que estudiaste en la Universidad, ésa es una característica que poseen muchos jóvenes.

La sociedad se ha dado cuenta de que no bastan los conocimientos almacenados y aprendidos durante toda una carrera si estos no se saben emplear y presentar ante el resto de la sociedad, es necesario disponer de recursos que en cierta forma sirvan para dar a conocer la propia capacidad del individuo y su facilidad para asumir y resolver los problemas.

La empresa necesita de un recurso humano capaz de transmitir credibilidad a ese mercado al que está orientado su fin último, el producto que ésta genera. Por ello, se hace necesario encontrar la forma de diferenciarse y establecer un determinado posicionamiento. El primer paso es encontrar o más bien trabajar esas cualidades que nos hacen atractivos y diferentes como profesionales al buscar empleo.

Existen ciertos elementos intangibles que hasta hace más bien poco no se tenían en cuenta y que en cierta manera han venido a representar un cierto valor añadido a este siglo XXI en el que nos toca vivir, estos llegan a ser recursos que bien pudiéramos calificar como reputacionales, todo ello pese a la dificultad para apreciarlos y especialmente para cuantificarlos.

La gestión de este valor que llamaremos «capital inmaterial» incorporado a la impronta individual formará parte de la capacidad humana y tendrá un fuerte peso en los procesos de comunicación tanto empresarial como laboral o simplemente social; es decir, aquel individuo que además de poseer unos conocimientos sólidos, posea también las formas de ser y estar, tendrá ventaja sobre el que tan sólo posea los conocimientos.

El protocolo y el ceremonial usados como herramientas de trabajo en ocasiones son el referente de una gestión bien hecha, de ahí que hoy en la actualidad se traten de recuperar estas fórmulas desde el punto de vista empresarial, porque al final no dejarán de ser el sello de distinción y el marchamo de garantía que habrá de marcar la diferencia entre una y otra empresa. Si bien el protocolo siempre fue entendido como la ordenación del ámbito espacio-temporal en el que se desenvuelve el poder establecido en forma de Estado y sus instituciones, hoy existe una nueva concepción y no es menos que la del protocolo empresarial. En cuanto al ceremonial, deberíamos de entenderlo como un sistema de comunicación no verbal, con un doble sentido propiciatorio y de agradecimiento ante instancias superiores capaces de perjudicar o beneficiar al grupo o estamento de que se trate. Aparece en cualquier organización humana, y bien gestionado es un recurso que puede incrementar la reputación tanto a nivel individual como colectivo.

Además, en el ceremonial se distinguen tres tipos de elementos fundamentales: espacio-temporales, personales y normativos; todos ellos van encaminados a dotar al individuo de una apariencia fácilmente perceptible que le identifica ante el resto del grupo haciéndole parecer diferente al resto de individuos del mismo grupo social o cultural de manera que logra la aceptación o el rechazo al margen de cualquier planteamiento y motivación intelectual o racional. El protocolo y el ceremonial se puede decir que son instrumentos tanto corporativos como individuales para difundir de alguna manera mensajes de un modo no verbal. Es por tanto que el activo inmaterial o capital intangible del individuo del que hablábamos en un principio está basado tanto en las circunstancias por las que transcurre su vida socio-profesional como en la comunicación que pueda generar este propio estado de vida social generando todo tipo de mensajes no verbales al resto de individuos que circunscriben su espacio vital.

Llegados a este punto debiéramos de considerar que nuestros universitarios, aun saliendo bien formados de nuestras universidades, siguen siendo incapaces de ofrecer una imagen acorde con la gran formación que puedan poseer, en cuanto a la comunicación y a pesar de que vivimos en una sociedad cada día más mediatizada les resulta difícil hacerse escuchar y todo ello porque desde hace ya mucho tiempo el sistema educativo no contempla el conocimiento de las herramientas que hemos descrito en párrafos anteriores. Hace algún tiempo que organizaciones privadas se han dado cuenta de estas carencias y han sabido explotar un filón que cada día está más en alza. Estas destrezas o aprendizajes llevados al ámbito profesional exigen una acción planeada, con apoyo en la investigación, en la comunicación sistemática y en la participación programada, para elevar el nivel de entendimiento y colaboración entre una entidad, pública o privada, y los grupos sociales a ella vinculados, para promover su desarrollo recíproco y el de la comunidad a la que pertenece.

Es por tanto que no basta con hacerlo bien, es necesario hacerlo saber, y más cuando hablamos de aquellos conocimientos que muchas veces son intangibles y cuantificables, tan sólo dándolos a conocer por medio de nuestras habilidades pondremos en valor nuestras capacidades. La característica de una persona, ya sea innata o adquirida, si está bien gestionada y puesta en valor, será casi seguro la clave del éxito en cualquier puesto de trabajo.

Fuente:lne.es