A pesar de los grandes avances de la tecnología la palabra sigue siendo uno de los medios de comunicación más eficaces que existen. Quien sabe hablar bien, con corrección y perfección demuestra su buena educación personal. En una reunión social, contar con un buen conversador es un lujo tanto para el anfitrión como para los invitados. Indudablemente la conversación es un arte y como tal hay se saberlo apreciar y, si es posible, potenciar.
Hablar con alguien a quien se conoce no suele resultar difícil, el inconveniente surge con las personas a quienes se acaba de conocer. Se plantea el reto de entablar conversación, pero ¿sobre qué materia? Es imperdonable recurrir al famoso tema del tiempo, muy utilizado en los ascensores.
Es preciso contar con algún repertorio más extenso de posibilidades, pero cuidando de no hablar de temas que no se conocen.
El tema de conversación puede variar en función del grado de confianza que exista con las personas presentes. Si la reunión es familiar, los temas serán más personales; pero si la reunión es social éstos serán más generales y de interés común para todos, procurando de no hablar de personas que no se encuentren presentes. En cuanto a las reuniones profesionales, se puede discurrir sobre temas mucho más específicos de la profesión, los que serán de utilidad de enlace para conversar sobre otros tópicos.
Existen una serie de temas “prohibidos” en conversaciones entre conocidos, como son la política, la religión y el sexo. Tampoco se debe hacer referencia a aquellos que puedan llevar a enojos tontos como por ejemplo el fútbol, y por supuesto temas íntimos de pareja o familia. Se debe evitar en las charlas entrar en polémicas o juicios de valor.
El lugar donde se habla es muy importante. En la mesa por ejemplo, está totalmente prohibido hablar de enfermedades, de hospitales o temas similares y por supuesto nada de accidentes y temas escatológicos. Los temas de trabajo, salvo en reuniones profesionales deberían dejarse de lado, no suele ser muy ameno contar las aventuras y logros personales. Se pueden contar simplemente anécdotas, pero no realizar un relato bibliográfico.
Por último, enlazar un tema con otro, es algo muy agradable, sólo basta tener imaginación y buen criterio.
Hablar con alguien a quien se conoce no suele resultar difícil, el inconveniente surge con las personas a quienes se acaba de conocer. Se plantea el reto de entablar conversación, pero ¿sobre qué materia? Es imperdonable recurrir al famoso tema del tiempo, muy utilizado en los ascensores.
Es preciso contar con algún repertorio más extenso de posibilidades, pero cuidando de no hablar de temas que no se conocen.
El tema de conversación puede variar en función del grado de confianza que exista con las personas presentes. Si la reunión es familiar, los temas serán más personales; pero si la reunión es social éstos serán más generales y de interés común para todos, procurando de no hablar de personas que no se encuentren presentes. En cuanto a las reuniones profesionales, se puede discurrir sobre temas mucho más específicos de la profesión, los que serán de utilidad de enlace para conversar sobre otros tópicos.
Existen una serie de temas “prohibidos” en conversaciones entre conocidos, como son la política, la religión y el sexo. Tampoco se debe hacer referencia a aquellos que puedan llevar a enojos tontos como por ejemplo el fútbol, y por supuesto temas íntimos de pareja o familia. Se debe evitar en las charlas entrar en polémicas o juicios de valor.
El lugar donde se habla es muy importante. En la mesa por ejemplo, está totalmente prohibido hablar de enfermedades, de hospitales o temas similares y por supuesto nada de accidentes y temas escatológicos. Los temas de trabajo, salvo en reuniones profesionales deberían dejarse de lado, no suele ser muy ameno contar las aventuras y logros personales. Se pueden contar simplemente anécdotas, pero no realizar un relato bibliográfico.
Por último, enlazar un tema con otro, es algo muy agradable, sólo basta tener imaginación y buen criterio.
Por Edith Pardo San Martín, Especialista Universitaria en Protocolo y Ceremonial de Estado e Internacional egresada de la Universidad de Oviedo y la Escuela Diplomática del Ministerio de Asuntos Externos de España. Directora del Instituto Superior de Protocolo de la República Argentina
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