Con el Arco del triunfo como testigo mudo, el tradicional desfile nacional del 14 de julio ensalzó los valores de la República (igualdad, libertad y fraternidad) bajo el signo de la "pasión" de los militares al servicio del país. El desfile se desarrolló bajo alta protección y unos cinco mil policías y gendarmes fueron movilizados con la consigna de incautar todo aquello susceptible de alterar el orden.
Este año no hubo ejercito extranjero invitado. La última parada militar fue abierta por el de Brasil, la anterior por el del Reino Unido y la precedente por el Eurocuerpo. Pero este año se ha querido que sólo soldados franceses rindieran un ‘apasionado’ tributo a la nación gala.
En boca de 312 jóvenes militares -menores de 25 años y la mitad mujeres- el presidente francés, Jacques Chirac y los miembros de su Gobierno escucharon, entre otros, los "Cantos de los Partisanos", los cantos de la Resistencia francesa a la ocupación nazi y la Marsellesa, el himno nacional francés. Tras el vuelo tradicional de la Patrulla de Francia, dibujando en el cielo despejado de París los colores de la bandera nacional, arrancó la parada militar, con 3.380 oficiales. Como curiosidad, tras tres años de ausencia, volvieron otra vez a desfilar los carros de combate Leclerc, que habían sido apartados por los daños que causaron en 2003 en el pavimento de la capital francesa.
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