lunes, julio 24

El Papa otorga distinciones honoríficas


El Papa otorga distinciones honoríficas a cuatro sacerdotes que se incorporan a la Casa Pontificia, y a dos seglares que reciben la medalla Pro Ecclesia et Pontifice.


Cuatro sacerdotes de la diócesis asturiana pasarán a formar parte de la Familia Pontificia, una antiquísima institución que rodea y asiste al Papa desde hace siglos y que fue en origen la corte pontificia creada a partir de la corte imperial romana.


La entrada en dicha familia de Benedicto XVI será consecuencia de que, a propuesta del arzobispo Carlos Osoro, el Papa ha concedido la distinción honorífica de protonotarios apostólicos supernumerarios a Rosendo Riesgo Flórez (Somiedo, 1915) -vocal del Secretariado para los sacerdotes-, y a Rafael Somoano Berdasco (Arriondas, 1916), ex deán de la Catedral. Los protonotarios apostólicos tienen su origen en el siglo III y constituyen uno de los primeros oficios de la Iglesia.

Al mismo tiempo, el Papa también ha concedido la distinción de prelados de honor (antiguamente conocidos como prelados domésticos) a Jesús Porfirio Álvarez Rodríguez (Boal, 1940), provicario general del Arzobispado y párroco de Ventanielles (Oviedo); y a José Antonio González Montoto (Caravia, 1940), vicario del Norte y de Familia. Desde 1988 no se concedían este tipo de honores al clero diocesano de Asturias.

Además, y por primera vez en la historia contemporánea de la diócesis, Benedicto XVI ha otorgado sendas distinciones a dos seglares: María Elvira García Castañedo (Cabranes, 1939), presidenta diocesana de Manos Unidas, y Luis Fernández-Vega Diego (Oviedo, 1923), oftalmólogo. Se trata de la cruz Pro Ecclesia et Pontifice, creada por el Papa León XIII, y que premia, en el primer caso, el trabajo a favor de los más desfavorecidos y, en el segundo, las atenciones oftalmológicas a numerosos misioneros, sacerdotes, religiosas y personas sin recursos.

Las seis distinciones honoríficas serán entregadas en el Arzobispado el próximo martes, día 25 de julio, festividad de Santiago. En el caso de los cuatro eclesiásticos, la distinción reconoce su trabajo y fidelidad a la Iglesia. Sus nombres aparecerán a partir de ahora en el Anuario Pontificio y se les permitirá utilizar el título de «monseñor», así como un atuendo específico: la sotana «filetatta», o ribeteada en morado, y el fajín, también morado.
Su entrada en la Familia Pontificia significa que, en caso de acudir al Vaticano, ocuparán puestos especiales en los actos litúrgicos y civiles del Papa.
De hecho, la Casa Pontificia funciona como un sofisticado mecanismo de funciones, tareas y honores, definidas a lo largo de los siglos. El Papa Pablo VI reformó en 1968 dicha Casa Pontificia mediante un «motu proprio» -o documento sobre cuestiones organizativas- titulado «Pontificalis Domus». Allí se advierte que esta institución está formada por «personas fieles, idóneas y capaces», y que «la Casa Pontificia está compuesta por personas que forman, de una parte, la Capilla Papal y, de otra, la Familia Pontificia eclesiástica y laica». La Casa Pontificia está «bajo la dirección del prefecto del Palacio Apostólico, que convoca a los miembros a las respectivas ceremonias religiosas y civiles.

Son ceremonias religiosas
, por ejemplo, la coronación del Pontífice, los consistorios públicos, las liturgias de la Capilla Papal, las canonizaciones, y otras celebraciones. Las ceremonias civiles sonL las audiencias, bien las no oficiales, bien las oficiales, como la recepción de un soberano, de un jefe de Estado, de un jefe de Gobierno, de ministros, o la presentación de credenciales de los embajadores.

A todos estos actos son invitados los eclesiásticos y laicos de la Casa Papal que residen en el Vaticano o en Roma. Pero, además de ellos, existen varios miles de miembros de la Familia Pontificia por todo el orbe católico.

Más de 400 páginas de índice alfabético en el citado Anuario Pontificio contienen unos 25.000 nombres de personas relevantes de la Iglesia. De ellos, alrededor de 10.000 corresponden a los 4.800 obispos del mundo, a los cardenales, a los nuncios y personal diplomático, y a todos los oficiales de la curia vaticana o miembros de los organismos de la Santa Sede. El resto, unos 15.000 nombres, son los de aquellos eclesiásticos que han recibido el referido honor de protonotario apostólico supernumerario, prelado de honor, o también el de capellanes de Su Santidad.

En la Familia Pontificia vienen a continuación los protonotarios apostólicos supernumerarios -como rango honorífico-, los ceremonieros pontificios, los prelados de honor, los capellanes de Su Santidad y, finalmente, el predicador del Papa, el franciscano Cantalamessa.

La Familia Pontificia tiene también una parte laica
, encabezada por el príncipe heredero asistente al Solio (trono) Pontificio, actualmente el príncipe Alessandro Torlonia (tío de Alessandro Lecquio), quien se alterna en el puesto con Marcantonio Colonna, príncipe y duque de Paliano. Siguen en esta rama laica el consejero general del Estado de la Ciudad del Vaticano, el comandante de la Guardia Suiza, el presidente de la Pontifica Academia de las Ciencias, los gentilhombres de Su Santidad, los ayudantes de antecámara, la familia carnal del Papa o el ayudante de cámara del Papa, Angelo Gugel, al que generalmente se le ve con la bandeja de rosarios que el Papa suele regalar.

Respecto a las condecoraciones laicas ahora otorgadas por el Papa, la cruz Pro Ecclesia et Pontifice fue instituida por León XIII en julio de 1888, en la celebración de sus cincuenta años de ordenación sacerdotal. Premia la fidelidad a la Iglesia y el servicio a la comunidad eclesial. Consiste en una cruz octogonal con la flor de lis y con la imagen de dicho Papa, rodeada por la frase «Leo XIII p.m. anno X» (año diez de su pontificado). En el reverso figuran los emblemas papales y el lema «pro deo et pontifice». Esta distinción es similar a otras, como la medalla Benemerenti, instituida por Gregorio XVI en 1832, o la medalla de Tierra Santa, también de León XIII. La concesión de estos honores suele conllevar que el obispado que los solicita envía una limosna al Vaticano. No obstante, el coste de su concesión no es elevado. Por conceptos como las propias insignias, el diploma o su envío, el precio de para el protonotario apostólico es de 200 euros; para el prelado de honor, 150, y 100 euros para la cruz Pro Ecclesia et Pontifice.
Fuente: La Nueva España

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