Néstor Kirchner hizo ayer, una vez más, gala del nulo afecto que guarda hacia las formas protocolares a que lo obliga su investidura: se levantó y dejó sin más trámite el salón Sur de la Casa Rosada, donde se realizaba un acto oficial con la presencia de ministros, gobernadores y funcionarios de cuatro provincias. No fue todo: la desinformación que circula como moneda corriente entre el gobierno y el periodismo acreditado en la sede gubernamental disparó, tras ese gesto intempestivo, todo tipo de versiones, incluyendo que había sufrido un repentino problema de salud.
Sólo al mediodía, cuando los canales de cable y la televisión abierta transmitían casi en cadena la imagen de Kirchner retirándose a paso vivo a espaldas de Julio de Vido --quien sin advertir lo que ocurría hablaba ante los invitados oficiales-- llegó una aclaración extraoficial desde la oficina de Oscar Parrilli: "El presidente no tiene ningún problema de salud y se retiró antes (del acto) porque debía cumplir actividad privada en la residencia de Olivos".
Lo cierto es que el gesto rayano en la descortesía hacia sus invitados alimentó en la media hora siguiente más de una versión. En especial, porque la partida de Kirchner se hizo sin ningún gesto de disculpa que justificase irse sin saludar a nadie y a una velocidad que denotaba que algo había ocurrido. El acto estaba pautado para las 10.30, con la presencia de los gobernadores de Chubut, La Rioja, Tierra del Fuego y del vicegobernador de Córdoba, además de funcionarios, legisladores y empresarios, convocados para escuchar el lanzamiento oficial del Plan Nacional de Aprovechamiento de la Energía Eólica.
Todo se inició 15 minutos más tarde, casi un récord en puntualidad kirchneriana, si se lo compara con otros plantones famosos a que el mandatario ha sometido a sus visitantes. El dato viene a cuento porque una de las primeras explicaciones, tras la rauda partida presidencial, fue que se había molestado por la demora en arrancar y por discursos "demasiado largos", al decir de un colaborador.
Según se pudo observar, todo comenzó cuando Kirchner cuchicheó con Parrilli mientras De Vido se dirigía hacia el atril. Fue enseguida que el secretario general atendió un llamado en su celular. En tanto el ministro se acomodaba ante los micrófonos, Kirchner dejó el estrado y se fue por una puerta lateral, seguido de su edecán militar y de otro funcionario. La reconstrucción de lo que siguió, merced a datos sueltos de voceros siempre temerosos de contar nada, sostiene que el presidente llegó a su despacho, recibió una llamada telefónica y de inmediato ordenó el operativo de seguridad para trasladarlo hasta el helipuerto que está detrás de la Casa Rosada. De allí se fue a Olivos, adonde llegó minutos antes de las 12.
Una fuente gubernamental cercana a los despachos de Parrilli dijo después que el presidente fue advertido de la hora, y que debía realizar algunos ejercicios muy puntuales, poco antes del almuerzo y de la consabida siesta, recomendados por sus médicos para combatir el estrés. De allí que, sin detenerse a pensarlo dos veces, y sin siquiera un gesto hacia la concurrencia que permitiese advertir que se había terminado su tiempo para el acto, se retiró a paso rápido.
"No hay ninguna cuestión de Estado ni problemas de salud del presidente o de algún miembro de su familia, ni nada raro. Se le hacía tarde y decidió irse", comentaba horas después, algo sorprendido por el revuelo causado, uno de los hombres que siguen a diario al presidente y que acepta resignado el desapego total y absoluto de su jefe por las mínimas formas del protocolo y las buenas normas de convivencia.
Fuente:LPN
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