Muchas veces, quizá demasiadas, historia y leyenda unen sus recuerdos hasta distorsionar la realidad. Suele ocurrir con más frecuencia de lo habitual en aquellas ciudades o regiones en las que, además de atesorar un pasado rico en acontecimientos y patrimonio, la investigación seria y rigurosa no se ha prodigado en demasía. Es el ejemplo de Santa María de Palacio, la Imperial iglesia a la que la tradición popular vinculaba su título nobiliario al emperador Carlos V.
Pero la historia, desprovista de toda leyenda, sitúa ahora cuatro siglos antes la concesión del rango Imperial. Acaba de publicarse el libro titulado La Orden del Santo Sepulcro en Logroño, obra de María Teresa Álvarez Clavijo, doctora en Historia del Arte e investigadora asociada del Instituto de Estudios Riojanos.
El libro ha sido editado por el Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro y es el tercer título de esta colección que ya ha investigado la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén y la vida de doña Marquesa Gil de Rada, fundadora de las Canonesas del Santo Sepulcro de Zaragoza.
La capital de La Rioja fue un centro de poder de la Orden del Santo Sepulcro durante la Edad Media, influencia que obligó a construir una nueva iglesia. Este proyecto que se vio favorecido por la donación que el rey Alfonso VII realizó en el año 1156.«Desde entonces -explica la autora- Santa María de Palacio recibió el título de Imperial y se acogió dentro del grupo de edificios que se encontraban bajo Patronazgo Real y otros privilegios de tipo económico que fueron confirmados posteriormente por otros monarcas, incluso por el emperador Carlos V cuando entró en el templo, el 13 de febrero del año 1520».
Durante más de cuatrocientos años -desde la segunda mitad del siglo XII hasta 1572- convivieron dos iglesias independientes entre sí. Por un lado estaba el templo que regentaban los frailes del Santo Sepulcro, conocido como Santa María la Vieja y, por el otro, una nueva edificación, gestionada por sacerdotes diocesanos, llamada Santa María la Nueva, que es la que corresponde a la actual Iglesia de Palacio.
Hasta su desaparición Santa María la Vieja ocupaba lo que ahora es el patio del claustro de Palacio.
Capilla de la Antigua
El siglo XVI fue determinante, no sólo para el futuro de la parroquia sino también para la Orden. El prior Juan de Vergara favoreció una nueva ampliación de la iglesia y en su testamento, fechado el 20 de junio de 1509, ordenó ser enterrado allí. Gracias a este documento sabemos que la sepultura, que hoy en día se conserva, fue realizada con piedra arenisca y estaba policromada.
El enterramiento está formado por un arco excavado en el muro que cobija la cama sepulcral sobre la que reposa el yacente. Este importante vestigio de la Orden del Santo Sepulcro puede contemplarse en la denominada Capilla de la Antigua.Pese al poder que la orden atesoraba a finales del siglo XV, cuando falleció el prior Juan de Vergara la iglesia de Santa María la Nueva y sus clérigos fueron imponiendo su criterio hasta que, a lo largo del siglo XVI, desapareció prácticamente. Santa María la Vieja fue degradándose paulatinamente y, en años posteriores, se diluyó entre Santa María de Palacio y las constantes obras de reforma, la última de ellas en el año 2005.
Fuente:larioja.com
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