Llamó la atención la presencia del popular Serafín Castellano, en segundo término en la imagen. Según los expertos en protocolo, acudió en igualdad de condiciones que Pla –ambos son síndicos de sus grupos parlamentarios–. ¿Y Carmen Alborch? La respuesta oficial: de diputada nacional.
El acto era institucional, pero se convirtió en ocasiones en un acto de partido que el PP criticó, obligando a exclamar a Camps si una de las fotos era de partido o para todos. Zapatero estuvo acompañado por Alborch (aspirante a la alcaldía de Valencia) y Pla (a la presidencia de la Generalitat). Hasta tres fotografías diferentes se tomaron con el equipo del Desafío Español. Zapatero se hizo una solo y Camps quiso hacer lo mismo junto a Barberá y al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. La imagen recoge el momento en que el presidente y Álvarez salen de escena. Hasta ocho fotos diferentes ofrecieron ayer las autoridades políticas a los periodistas gráficos en la visita que realizaron al puerto de Valencia.
Fiel a su costumbre, el presidente Zapatero hizo un recorrido relámpago de 90 minutos para recorrer la base del Desafío Español, entrar en el edificio Veles e Vents y bautizar con unas copas de cava (bebido, no estallado en el casco) uno de los nuevos barcos que ha dispuesto Salvamento Marítimo para las regatas de la Copa América.Ese corto periodo de tiempo se inició a las once y media de la mañana, cuando la comitiva del jefe del Gobierno hizo su aparición en la base con puntualidad británica. Tras un saludo afectuoso al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, departió con los miembros de la tripulación, que esperaban en una fila ordenada a pesar del intenso frío.En la puerta esperaban el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Acompañados por un amplio séquito, se prepararon para la primera foto de familia, junto a uno de los veloces barcos verdes.A partir de ese momento, todo se complicó y empezaron las idas y venidas ante la mirada de los disciplinados deportistas.
Zapatero quiso fotografiarse sólo con Sánchez Galán, lo que luego fue imitado por Barberá y Camps.Tras la firma en el libro de honor y un recorrido por la base española, todos se trasladaron al edificio Veles e Vents. Una llegada digna de película, con los coches de escolta a punto de derrapar ruedas junto al hito arquitectónico de la Copa.No en vano, casi acabó en accidente de no ser por la agilidad del director general del Consorcio Valencia 2007, Jorge Gisbert.
Un aplauso cerrado y sospechoso de no ser espontáneo recibió al líder socialista, quien entró bajo la mirada de un numeroso público.La cuarta foto del día en el puerto se ofreció en la terraza de la tercera planta, con todas las autoridades. Catorce minutos después se presentó lo que muchos llamaron la “foto de los candidatos”, al aparecer Zapatero, Camps y Barberá acompañados en los extremos por Carmen Alborch e Ignaci Pla.Llegó la sexta y fue en uno de los barcos de Salvamento Marítimo amarrados en el canal. Entonces el baile de las fotos se exteriorizó y se oyó al presidente Camps, manteniendo la compostura, preguntar si esa era de partido o de todos.
La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y la candidata socialista a la alcaldía, Carmen Alborch, respondieron de evidente buen humor que de lo primero.No obstante, Camps subió a bordo. Barberá declinó la invitación, alegando que no podía pisar la goma de la borda con los tacones. Junto a Serafín Castellano se dirigió al segundo barco, con rampa. En unos minutos, el presidente del Gobierno se dirigió con los demás a esta embarcación para la séptima.
La octava fotografía fue la del consenso, esta vez sí, brindando con cava por la buena singladura del barco de rescate en aguas de Valencia.Este cúmulo de situaciones, al igual de lo ocurrido antes en el aeropuerto, fue suficiente para calibrar en qué momento se hallan las relaciones de Zapatero con el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y también con el secretario general del PSPV, Ignasi Pla.El presidente aterrizó en Manises minutos antes de las 10 de la mañana. Hizo su entrada acompañado por la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y por Camps. El primer asalto, el del aeropuerto, transcurrió dentro de las normas de cortesía. El jefe del Consell aguantó el tipo cuando Zapatero se atribuyó las inversiones que han hecho posible el cambio de Valencia y el segundo hizo lo mismo cuando Camps le recordó la urgencia de acelerar los plazos del AVE.
Sólo la ministra de Fomento cuchicheó al oído del presidente. Alborch y Pla se mostraron impertérritos y una vez más fue Barberá la más expresiva, al dejar notar que no compartía parte del discurso.A partir de ahí se empezaron a notar las diferencias, hasta desembocar en un pequeño enfado en el puerto derivado de la confusión del acto, que en ocasiones pareció más de partido. Zapatero compartió trayecto de ida con Camps, cuando estaba previsto que fuera Pla. El líder del PSPV tuvo que esperar a la vuelta para compartir coche con su jefe e intercambiar impresiones. Fue el único momento (20 minutos) en el que hablaron a solas, poca atención para un candidato que se juega la presidencia de la Comunitat en poco más de un mes.
Más que para Pla, la atención de Zapatero fue para Alborch. Son amigos personales desde hace años, y eso se nota. Algunos miembros del servicio de protocolo priorizaron incluso la presencia de Alborch en las fotos y en un par de ocasiones Pla fue bloqueado por el servicio de seguridad. El aspirante socialista a jefe del Consell aguantó la situación con la mejor de sus sonrisas y con un bronceado que llamó la atención.La confusión de cargos también se notó.
La presencia de Castellano no se entendía hasta que explicaron que estaba allí en igualdad de condiciones que Pla: como síndico parlamentario. ¿Y entonces que pintaba Alborch? Según fuentes socialistas estaba como diputada nacional. Una explicación que no se entiende si se echa un vistazo a la web del PSPV, donde tanto Pla como Alborch anunciaban su asistencia en calidad de candidatos.
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