martes, agosto 1

El protocolo, a hacer puñetas

Felicito a José Manuel Medina por hacer oídos sordos a las palabras que le dedicaron cuatro personas en los actos de El Oriol. Pienso, y lo sé de buena tinta, que el Oriol no sabe de política ni de partidos, lo único que sabe, con el paso de los siglos, es llevar en su espada, en su corona y en su trozo de leño, el orgullo, la lealtad y el alma de todo un pueblo que asiste orgulloso a su llamada y que ya espera el 17 de julio del 2007. Pido a estas cuatro personas que por favor no asistan el próximo año. Y si lo hacen, que respeten la presencia de los miles de oriolanos que allí nos congregamos año tras año hasta que Dios quiera. Gracias, señores.

Sobre el lema de mi artículo, me explico. Majestuosa exposición pública del Oriol, maravillosa la arriada de la Enseña para marchar a la Catedral y recoger a las santas Justa y Rufina y al Cabildo catedralicio. Hasta ahí todo bien. Pero de ahí en adelante empezó a fallar. No entro al trapo de quién tiene que decir el sermón de la Misa del Pájaro. Si José Luis Satorre lo aprobó, bien. José Luis Úbeda lo hizo perfecto haciéndonos sentir a todos los presentes el alma de ser cristianos y oriolanos.

Llega la lectura del Evangelio. ¿Qué raro, pienso, no se tira la traca? Y en mitad de la homilía sonó la primera traca. ¿Olé!, primer fallo del protocolo. Llega el momento cubre de la misa al alzar a Dios e inclinarse el Oriol, que este año lo hizo a la izquierda del altar y no para el centro. En estos momentos, sonaba, antes, el himno nacional y se tiraba la segunda traca. ¿Y la traca se tiró!, pero cinco minutos después. ¿Olé!, segundo fallo de protocolo.

Llegó el tercer fallo
y más garrafal. Terminada la misa, El Oriol va a despedir al Cabildo y ocurrió lo insospechable. El Cabildo entró en la catedral, la banda de música hizo mutis por la plaza de Las Cadenas, y el Consistorio siguió adelante hasta la esquina de Caja Rural Central.

Los que vamos detrás del Pájaro asistimos estupefactos a esta estampa nueva de la despedida del Cabildo. Entre rumores del público, algunos nos dimos cuenta y esperamos a ver qué pasaba: En la esquina de la Caja, El Oriol y el Consistorio hicieron el caracol como hacen los armaos en Semana Santa... y por fin dieron con la puerta de La Anunciación. ¿Olé!, tercer fallo de protocolo.

Si don Atanasio Die, que en paz descanse, y su hijo se hubiera hecho cargo, como lo venía haciendo, pongo la mano en el fuego, y el beso en la Enseña, de que esto no hubiera ocurrido.
Fuente: La Verdad.es

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