La Extensión Universitaria de Eivissa acogió ayer la primera de las cuatro conferencias que conforman el VIII Curs de Cultura Popular de les Illes Pitiüses, organizado por la Fundació «Sa Nostra» con la colaboración de la UIB. Susana Cardona, historiadora del arte, fue la encargada de abordar el primer tema del curso, «Armas blanques i armes de foc a la cultura popular pitiüsa». «No voy a entrar en el tópico de la violencia y los crímenes en el ámbito rural de Eivissa y Formentera, sino enfocarlo más bien desde el punto de vista del cortejo, efesteig pagès, los bailes populares, el ámbito de la iglesia y su entorno, con aquella tradición tan ruidosa demac de fer trons », explicó ayer a este periódico la conservadora i coordinadora del Museu d'Etnografia.
Para ilustrar su conferencia, Susana Cardona presentó con la ayuda depower-point una selección de armas blancas y de fuego de las que se utilizaban sobre todo en zonas rurales. «La mayor parte son del fondo del Museu d'Etnografia de Eivissa, y las demás de colecciones particulares que me han dejado fotografiarlas para la ocasión», precisó la ponente.
El aislamiento de las casas payesas y la necesidad de autodefensa por parte de la población rural eran tradicionalmente las razones principales de la proliferación de armas en manos de particulares. «La piratería y el corsarismo desaparece en el siglo XIX, pero sin embargo continúo aún durante bastante tiempo la tradición de que los chicos payeses fueran armados, sobre todo por el sentido del honor, así como por el carácter del payés, que solía ser orgulloso y muy vengativo; características que van muy vinculadas al uso de armas».
Protocolo para acceder a la impermeable payesía pitiusa
Antoni Manonelles concluyó anoche el VIII Curs de Cultura Popular de les Illes Pitiüses con una amena charla sobre el `Protocol a la pagesia. Una de compliments´, para la que la sala de actos de la Universitat de les Illes Balears en Vila se quedó pequeña. Alrededor de 120 personas asistieron a la singular exposición de la, a veces, inextricable sabiduría popular. Comenzó Manonelles haciéndose de rogar a la hora de comenzar a hablar: porque eso es imprescindible en el mundo rural. Es una de las «generalidades» del protocolo, a la que se debe sumar el negarse a aceptar un regalo, no dar importancia a lo que uno hace y nunca decir rotundamente sí o no.El protocolo, afirmó, está ligado a la cultura de cada pueblo, que es un conjunto de elementos.
Manonelles explicó que la cultura es como una cebolla -y alzó una en la mano-, llena de diversas capas: la de fuera es el protocolo, que hace impenetrable el acceso al mundo payés si no se traspasa.En la charla, trufada de anécdotas hilarantes, explicó que cuando nace un hijo la familia suele ser visitada por personas que alaban las virtudes del bebé y le desean los mejores augurios... aunque a veces no crean en lo que dicen. Contra las malas lenguas, que pueden poner en peligro al retoño si se lanza contra él un mal de ojo, la familia le defiende de dos maneras: la primera, colocándole la ropa al revés, de manera que «le reboten» los conjuros; la segunda, que mientras lavan los oídos al pequeño, la madre, vuelta de espaldas, diga «merda, merda, merda», bajito y rápido.Respecto al trato a la gente, señaló que en el mundo rural existe el vos y el tu, pero no el vostè. El vos no implica respeto: «Se lo dicen entre hermanos, de padres a hijos y también a las gallinas se las trata de vos», aseguró. Cuando realmente se quiere tratar a alguien con respeto se emplea el ell, que a quien no esté acostumbrado le puede parecer que está dirigido a una tercera persona, lo que puede crear gran confusión. Algo también fundamental: si bien es de educación saludar durante el día a los conocidos (y dijo mil maneras protocolarias de hacerlo), de noche es irrespetuoso: para no ofender (a esas horas lo lógico es que se esté en casa) y por seguridad.
Fuente:Diario de Ibiza
La Extensión Universitaria de Eivissa acogió ayer la clausura del VIII Curs de Cultura Popular de les Illes Pitiüses, que corrió a cargo de Antoni Manonelles, con un tema sugerente: «Protocol a la pagesia. Una de compliments»; sobre las formas de comportamientos habituales en las distintas situaciones sociales que se daban en la vida rural.
«Básicamente, era una especie de código de conducta que indicaba cómo se tenían que hacer las cosas para que estuvieran bien hechas según mandaban los usos y costumbres, con los que está tan relacionado; de forma que a veces no está claro dónde acaba una costumbre y dónde empieza un hecho protocolario», explicó a este periódico el investigador ibicenco. «Cada cultura tiene su protocolo propio. La payesía ibicenca forma una unidad cultural, y una de las formas de manifestarlo es el protocolo que hace servir en cada ocasión», añadió.
La mayor o menor rigidez del protocolo no era siempre fácil de entender. «A veces era bastante laxo, permitía bastantes fórmulas; en cambio otras se hilaba tan fino que era fácil meter la pata. Por ejemplo, entre tirar un tiro al aire y decir a continuación bona nit o hacerlo al revés, había tanta diferencia como entre dar a entender que estabas contento o enfadado».
Manonelles subrayó que hay algunos usos protocolarios «importantísimos, que para nosotros están bien claros, pero cuando vas a otros lugares pueden llegar a producir malentendidos increíbles que a menudo resultan embarazosos para ambas partes».
En cualquier caso, y aunque aún persisten algunos usos del protocolo payés (sobre todo en el lenguaje), «se van perdiendo al mismo ritmo, o incluso más rápido, que otros elementos distintivos de nuestra cultura. Ya lo tiene difícil, pues se va imponiendo esa mezcla que va imponiendo la cultural global que nos come todas las diferencias culturales», lamentó el ponente.
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