En ese sentido, criticó "los últimos capítulos de excesos" protagonizados por Les Corts, el Consell y las Diputaciones. Así, arremetió contra "el aumento exponencial" del gasto en protocolo y publicidad por parte de las Corts (551.595 euros en 2005) y el "crecimiento injustificado" de su presupuesto, un 30 por ciento para el 2007, que, afirmó, "no resiste ningún juicio moral al compararlos con la disminución del presupuesto real destinado a cualquier servicio público básico".
Del mismo modo, indicó que "el viaje de turismo gastronómico" protagonizado por el Consell en Bruselas con "la excusa" del Nou d´ Octubre "es una muestra más del que entiende el PP por la gestión de los recursos públicos".
"Y a todo esto, hace falta añadir los gastos sumtuosos y superfluos de las Diputaciones Provinciales o la FVMP en viajes y protocolo".
"Todos estos recursos deberían ir destinados a cubrir las importantes carencias de los servicios públicos que se encuentran en condiciones tercermundistes, mientras los gestores dedican los recursos a viajes, comidas y todo tipos de lujos", dijo.
En esta línea, citó además los 105,5 millones de euros que el Consell "ha sepultado en proyectos míticos sin ninguna rentabilidad social y a mayor gloria de algún megalómano y de los especuladores inmobiliarios que acaban beneficiándose de las reclasificaciones para cubrir déficits.
Del mismo modo, indicó que "el viaje de turismo gastronómico" protagonizado por el Consell en Bruselas con "la excusa" del Nou d´ Octubre "es una muestra más del que entiende el PP por la gestión de los recursos públicos".
"Y a todo esto, hace falta añadir los gastos sumtuosos y superfluos de las Diputaciones Provinciales o la FVMP en viajes y protocolo".
"Todos estos recursos deberían ir destinados a cubrir las importantes carencias de los servicios públicos que se encuentran en condiciones tercermundistes, mientras los gestores dedican los recursos a viajes, comidas y todo tipos de lujos", dijo.
En esta línea, citó además los 105,5 millones de euros que el Consell "ha sepultado en proyectos míticos sin ninguna rentabilidad social y a mayor gloria de algún megalómano y de los especuladores inmobiliarios que acaban beneficiándose de las reclasificaciones para cubrir déficits.
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