La voz dulce, pero a la vez segura, precisa, y el trato cálido, agradable, cercano aunque esté hablando con un desconocido, constituyen la mejor carta de presentación que tiene Esmeralda Blanco como especialista en protocolo oficial y empresarial. La extensa trayectoria de esta gallega, que se abrió camino con insistencia y esfuerzo en un ámbito por entonces desconocido en España, termina de convencer.
- Aunque gallega, nació a miles de kilómetros. -Mis padres eran emigrantes que se establecieron en Venezuela, por lo que nací en Maracaibo. Sin embargo, siendo muy pequeña regresamos a España. No sólo me crié en Redondela (Pontevedra), donde vive todavía mi familia, sino que estudié en Santiago, ciudad en la que conocí a mi marido, natural de Lalín.
- De todas formas, decidieron marcharse. -Llevamos como veinte años fuera de Galicia por razones profesionales. Estuvimos en Cádiz, Santander, Valencia y Bilbao. En Madrid llevamos ya once años, hemos echado raíces. Lo bueno de esta ciudad es que puedes tener amigos o poseer independencia y anonimato.
- En la época en que inició su formación, las relaciones públicas todavía estarían en pañales. -Sí, en cierto modo soy autodidacta. Hice Graduado Social y luego varios cursos relacionados, a la vez que leía libros publicados en el extranjero y asistía a los actos que comenzaban a celebrarse. Casi sin quererlo, al terminar la carrera empecé a dar clases de relaciones públicas en una escuela. Más tarde, me vi en la necesidad de impartir la materia de protocolo oficial, pero aplicado a las empresas, ya que los políticos empezaban a visitarlas y participar en sus eventos.
-Su trayectoria ha estado muy volcada en la enseñanza. -He dado cursos en universidades y sitios de los más prestigiosos del país, además de escribir varios libros. Ahora doy más conferencias.- Incluso abrió su propia escuela en Lalín. - Fui directora durante siete años, ahora está alquilada. Se aportó savia nueva a Galicia y sobre todo acercamos a esa comarca lo que era el protocolo empresarial. La Xunta nos concedió la homologación para realizar un curso de relaciones públicas, en el que pude elegir el temario.-
Sin embargo, su vida estaba a punto de dar un giro radical. -Daba clases en el primer Máster de Protocolo de la Complutense y entre mis alumnos había miembros de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuel a ante el Reino de España. Tuve la oportunidad de trabar amistad con la hoy procuradora general de la República de Venezuela, en su etapa de cónsul. Cuando fue nombrada embajadora, me llamó para que la ayudase. Mi carrera se orientó entonces hacia la diplomacia, a pesar de ser autónoma. Incluso realicé lo más alto que se puede desarrollar: ayudar en la visita a un jefe de Estado. Al cambiar de cargo, hace un año, regresé a la enseñanza.
- ¿Qué entiende por protocolo? -Ya no se relaciona con saber comer y tener buenos modales. Significa trabajar con perfección para conseguir un evento excelente, que no falle nada.
- ¿Cuáles son las cualidades necesarias? - Un jefe de protocolo siempre debe permanecer en la sombra. Si alguien se prepara para esta labor y quiere ser protagonista, que se olvide. Debe tener una buena salud, porque se duerme poco debido a la responsabilidad. Además, es crucial llevarse bien con los medios.
Fuente:La Voz de Galicia
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